Por Alfredo Vitale*
Como quien recibe una visita en su casa, la Presidente trata de mostrar al mundo lo “mejor” de nosotros los argentinos, aunque no interesa si es cierto o no, porque ya sabemos que nunca vendrán los de la FAO a conocer Chaco, Formosa, Santiago del Estero o el Conurbano Bonaerense; y en todo caso, si arribaran a Argentina, como siempre se hace, el plan será mostrarles la ciudad de Buenos Aires, las Cataratas del Iguazú o El Calafate.
Muy lejos estamos de derrotar la pobreza en Argentina, ya que actualmente se calcula el índice de la misma – comparando datos brindados por la Universidad Católica Argentina con el de otras ONG – en aproximadamente el 30 por ciento de la población.
Comparar en materia de pobreza a Argentina con Alemania u otros países desarrollados, no es consecuencia de un estado febril, sino de un acto malintencionado donde queda claro que lo que el mensaje es: “lo que no se ve no existe”. Es decir, el perverso relato del gobierno tiene como fin no reconocer la pobreza o indigencia.
Estos argentinos sumidos en la calamidad, indignante para un país como el nuestro, ni se enteran de los disparates que manifiesta el gobierno; pero tampoco ven un cambio a su triste realidad.
Más allá de las estadísticas, si fuese cierto que Argentina es modelo en la lucha contra la pobreza, no tendría lógica alguna el crecimiento de las ONG que tienen como derrotero contener y cobijar a los más necesitados.
Vale decir, entidades no gubernamentales religiosas y laicas diseminadas por todo el país, cada vez más se suman a contrarrestar el flagelo de la pobreza, aunque para el gobierno seguramente sean meras sociedades de fomento.
La imperturbable actitud de pretender algo que no es real, ha conducido a nuestros gobernantes a censurar la frase “desnutrición infantil”, intentando prohibir nombrarla, o mejor dicho, modificando con palabras grandilocuentes y confusas su verdadera consecuencia.
Alocadamente, hay quienes sostienen que hablar de pobreza es estigmatizar a las personas, pero contrario a ello, al igual que con el narcotráfico, desde el momento en que no se reconoce su existencia, difícilmente se pueda desde el Estado lograr cambios beneficiosos para la sociedad.
Allá lejos, en Europa donde tuvo lugar la reunión de la FAO, nada saben sobre el trágico final de NÉSTOR FEMENÍA, el pequeño que falleció esperando ayuda para contraatacar su desnutrición infantil.
Mientras a muchos argentinos desvela el armado electoral con miras a las próximas elecciones, hay millones de argentinos que no pueden esperar.
Hay millones de argentinos a los que el frío y el hambre, día a día, los aleja cada vez más de la posibilidad de vivir.
A modo de ejemplo, el inmoral y excesivo gasto que ha generado “fútbol para todos” o la construcción del “Centro Cultural Néstor Kirchner”, cuando aproximadamente más de 12 millones de argentinos se encuentran sumergidos en la pobreza, es darse cuenta que no es por falta de recursos que aumentó el hambre, sino por una clara indiferencia del gobierno.
Seguramente la Sra. Presidente de la Nación, no hablará nunca sobre ese fantasioso 5% de pobreza, de frente y mirando a la cara a aquellos a los que les falta agua potable, alimentos y las condiciones básicas para vivir; porque por más que el relato tenga como fin mentir, las más de las veces, es la abrumadora verdad la que termina por desenmascarar la realidad.-
*Dirigente de la Unión Cívica Radical de Gualeguaychú.