Sobre sus orígenes y con la entrega que lo caracteriza el músico expresó: “Yo nací de un papá de origen Guarany y una mamá que nació en Santa Fe; y yo nací en Buenos Aires; uno a veces nace por que fue a un lugar y estaba ahí. Por eso, mi costumbre de pensar no es la de un porteño, si bien yo nací ahí, no tengo esa cultura. Mi papá era guitarrista, cantaba en Guarany y en castellano, era amigo de Atahualpa y tocaba chamamé y polca. Cuando se caso con mi mamá tuvieron un primer hijo que murió, y luego nací yo. Un día, vio que había una acordeoncito en el campo de un señor dueño de unas vacas y lo trajo; y fuimos con mi padre a comprar cinta aisladora negra para tapar los agujeritos que tenía el fueye; y de esta manera yo aprendí a tocar”.

“Yo soy un músico autodidacta que prendió a tocar jugando, pero puedo escribir por que comencé a estudiar escritura cuando tenia 56 años; y lo que se estudia en realidad es graficación, uno aprende un conocimiento teórico de la música, relató el maestro.

En otro orden destacó que “por eso acá el que va a estudiar a una escuela sin saber tocar, es probable que se encuentre en un problema llegado el momento. Europa tiene una manera de tocar europeizada; allá no hay libros de chamamé. De todas maneras yo se que los chicos tienen que aprender a tocar de oído, ya que al igual que el lenguaje, el niño escucha y empieza a graficar lo que dice, a manejar el lápiz y darse cuenta de que grafica lo que habla, pero en la escuela se hace al revés, y por eso no le tienen el mismo amor a la música, por que se enseña teoría primero pero no tocan, el alumno tiene al maestro que le exige, y entonces después os chicos rechazan el instrumento”.

En tanto, sobre el método con el cual comenzó a familiarizarse con el acordeón, Barboza expresó que “mi padre, que no fue la escuela pero tenía una enorme inteligencia me decía `Raulito hacé de nuevo eso. ¿A ver? Esta lindo, fíjate si lo podés hacer así ahora. Que lindo´. Entonces nunca toqué feo, simple toque lindo con miras a mejorar lo hecho”.

“Por eso en la escuela tradicional, donde el maestro tiene superioridad psicológica sobre el alumno, las cosas resultan un tanto complicadas. A diferencia de esto, en las escuela del norte los alumnos van, pero no tienen obligación de quedarse, y toman el aprendizaje de sus mayores de otra manera”, destacó el experimentado artista.

Por otra parte, el músico dijo: “yo he vivido bien siete veces diez, y diez mas de yapa, yo trabajo todos los días, preparo el mate, me ducho y toco el acordeón. Hay chicos que no pueden hacer eso en nuestro país. Yo en Francia soy músico; te preguntan de que trabajás y la gente comprende cabalmente eso, pero acá a los chicos cuando dicen que son músicos, les vuelven a preguntar: `pero; ¿de que de trabajás?`”.

“Ser músico es una elección de vida, a mi me ofrecieron dinero para que yo no tocara, para organizar conjuntos, o para tocar música cómica, para apoyar al Raulito Barboza que no vende su música; pero en Brasil me dijeron ´hacé lo que quieras`; y en Francia, el primer disco que grabé salio premiado como disco del año, y ese disco no tenía nombre”, confesó el artista recordando sus primeros pasos en el exterior.

“Para el segundo disco -continuó Barboza- los franceses me pagaron el billete de Rudy Flores y grabamos La tierra sin mal. Yo uso nombres Guaraníes para mis trabajos, pero acá me dijeron que no podía usar nombres en Guarany. Antes de ir a Francia yo tenia casi 50 años y reinicie toda mi vida a esa edad; con mi esposa que con diez francos logró hacer valerlos cincuenta, y eso da mucha libertad para imaginar cosas. En el 70 yo estuve viviendo en Rusia, y salía escondido de acá; me fui a tocar por que me ofrecieron trabajo. Luego vine de regreso a Uruguay con el pasaporte que estaba marcado, e hice giras en colectivo por todo el país, con Ariel Ramírez. Después hice viajes a Japón; pero ya había vivido en Brasil y cruzaba periódicamente la frontera, pero acá no podía trabajar; y yo soy un rebelde total, no voy a hacer lo que yo no quiero hacer”.

“Hice muchas cosas para sobrevivir -confió el artista- mi padre tenía cuatro trabajos, entre ellos lustrador de zapatos; y mi padre me dijo: ´nunca pidas`; por eso soy un hombre que da y me arreglo con lo que tengo. Entonces, un día al regreso de un viaje mi señora me dijo ´vamos a otro país a ver que pasa`, y fuimos Francia. Hubo un hecho muy importante, y fue que apareció Piaozzla, que mandó una carta a Francia que revoluciono todo y eso hizo que no pudiese regresar durante siete años. De esta manera, cuando se terminó la visa en Japón y me ofrecen trabajar en Paris en el teatro mas grande de allí, nos quedamos; y la primera casa que me permitió tocar era una casa Argentina por que el chamamé no era conocido”.

“Yo amo o que hago y lo hago con la responsabilidad de saber de que el que escucha quiere escuchar lo mejor. Yo amo la vida, no por que no quiera morir, amo el árbol la flor, mi mate, aprendo del lenguaje de los demás y no hago nada en particular, sigo viviendo y respetando los códigos sociales del país que visito. En Argelia sabía lo que no tenía que hacer. En Israel no se debe dar la mano a la esposa del Rabino. Hay que respetar lo que es necesario respetar”, concluyó el destacado músico.

Esta visita de invierno que el maestro hace a nuestro país, tiene que ver con la grabación en los estudios del sello Alternativa Musical Argentina, de un nuevo trabajo discográfico que contendrá parte de sus nuevas creaciones y versiones de clásicos del género.

La cita es esta noche desde las 21, en el Teatro Municipal 3 de Febrero. Más información: www.raulbarboza.com. www.alternativamusicalargentina.com