Según informó Tucumán a las siete, la idea que circuló con fuerza desde el último fin de semana es que Zaffaroni suena como posible compañero de fórmula de Cristina Fernández.
Poco importó que el propio interesado hubiera rechazado tiempo atrás un sondeo para ser candidato a jefe de Gobierno en la Capital. Tampoco se consideró el hecho de que el juez haya dicho a gente de su confianza que el día que deje la Corte –y tiene ganas que ese día no sea muy lejano– el único puesto político que le atrae es el de senador.
Sin embargo, la operación existe igual. Y el prestigio indudable de Zaffaroni podría serle de gran utilidad al kirchnerismo, cuando las sospechas de corrupción han sido noticia en las últimas semanas.
Además de abogado, escribano y docente, Zaffaroni tiene 16 doctorados honoris causa otorgados por universidades de todo el mundo. Este penalista ha participado en la política: revistó en las filas del Frente Grande que lideraba Chacho Álvarez, fue convencional constituyente nacional en 1994, ocupó después una banca como legislador porteño. Asimismo, estuvo al frente del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) durante el gobierno de la Alianza.
Por su parte, la Jefa de Estado conoció a Zaffaroni en la Convención Constituyente de 1994, en Santa Fe. Ella y Néstor Kirchner fueron convencionales por Santa Cruz, en aquella reforma constitucional que permitió la reelección de Carlos Menem.
De aquel conocimiento devino el impulso de la entonces Primera Dama, en 2003, para que el gobierno de Kirchner, en el proceso de renovación de la Corte Suprema menemista, llevara a Zaffaroni a integrar el máximo Tribunal.
Es conocida la simpatía de Zaffaroni con muchas de las iniciativas del Gobierno. Tanto como trascendió su participación activa en reuniones con personalidades del ambiente progresista, poco tiempo atrás, reuniendo adhesiones para la precandidatura porteña del ministro Amado Boudou , empeño finalmente frustrado por decisión irrevocable de Cristina.
También es defensor de una nueva reforma de la Constitución para implantar un sistema parlamentarista. Pero nada de esto fue más fuerte que su independencia de criterio como juez: desde su sitio en la Corte Suprema votó en contra de los deseos del kirchnerismo en más de un tema sensible.
Contra toda esperanza, en lo alto del poder se empuja la oferta a Zaffaroni para que acompañe a la Presidenta en la fórmula. Fuentes oficialistas aseguran que el principal impulsor es Carlos Zannini, el poderoso secretario Legal del gobierno, devenido por la muerte de Néstor en estratega y armador político, después de una vida como hombre de consulta de los Kirchner.
Zannini comprendió enseguida que el escándalo Schoklender-Bonafini es una complicación inesperada para Cristina, cuya profundidad y extensión todavía no se alcanzan a determinar. En esa lógica, la construcción de la fórmula para octubre debería dar respuesta al pozo oscuro que se abre una vez más sobre la transparencia del Gobierno.
La cuestión es que, a dos semanas del cierre de las candidaturas, el puesto de vicepresidente sigue siendo una incógnita.
Los presuntos postulantes se van desgajando. Las acciones de Amado Boudou siguen en baja. Juan Manuel Abal Medina parece haber desmontado de esa pretensión y le oyeron decir que le gustaría ser el próximo jefe de Gabinete. Los gobernadores Jorge Capitanich y Sergio Urribarri ya tienen la elección convocada y las campañas en marcha en Chaco y Entre Ríos y nadie les dijo que preparen una alternativa a sus planes de reelección.