Pablo Rochi

Este fin de semana se presentará en el autódromo de nuestra ciudad el Top Race V6, una atrapante categoría que hace una temporada se embarcó en un proyecto tentador y ambicioso. La idea de sumar al fútbol a su competencia es una estrategia digna para captar fieles y transformarse en la segunda categoría más importante del país detrás del Turismo Carretera. Si bien nadie lo confirma, el objetivo es superar lo que hoy mueve el TC 2000, la estructura con mayor tecnología del país. Sin embargo, si bien el fútbol y el automovilismo son disciplinas que generan mucha pasión en los argentinos, hay registros de que esta relación muchas veces no llegó a buen puerto. Mientras tanto, el puntero Omar Gurí Martínez buscará en Paraná ganar su primera carrera de la temporada.

El Top Race V6 estará este fin de semana en el Autódromo Ciudad de Paraná para disputar la quinta fecha de la temporada. Si bien no tiene la convocatoria que sí posee el Turismo Carretera, la categoría por excelencia de los argentinos, está claro que esta propuesta está alcanzando en los últimos tiempos un registro muy importante de adeptos, los que año tras año se acentúa considerablemente.

El TRV6 es un desprendimiento del TC y fue creado a mediados de 1996 con la participación de los más importantes pilotos de nuestro país: Juan María Traverso, Rubén Luis Di Palma, Guillermo Ortelli, Omar Martínez y Gabriel Raies, entre otros.

La estructura fue tomando forma y en su crecimiento y atracción mucho tuvieron que ver los constantes cambios que experimentó con la finalidad de no perder emotividad y a su vez dar pasos firmes en pos de una mejor aceptación del público.

Su mayor repercusión la consiguió cuando abrió las puertas para que el fútbol se involucrara en sus competencias, una inyección anímica cuyo objetivo es potenciar aún más esta categoría a partir de la fusión de dos verdaderas pasiones argentinas.

El “noviazgo” comenzó allá por el 2004 cuando algunas instituciones futbolísticas decidieron asociarse a distintas marcas. Los clubes no invierten dinero en los autos, sino que los contratos fueron firmados con la intención de ceder sus populares imágenes a los vehículos que compiten. Si bien los colores y los escudos de River, Boca, Racing, San Lorenzo, Lanús, Gimnasia y Esgrima de La Plata y otros están presentes en los coches, tanto la categoría como los pilotos son los encargados de reunir el presupuesto de cada temporada.

“El fútbol y el automovilismo son dos fuertes pasiones populares entre los amantes del deporte en Argentina, con seguidores propios y comunes. Sin embargo, hasta ahora nadie pensó que sus caminos podrían cruzarse en alguna pista con varios autos pintados con los colores de los principales clubes de fútbol. El Top Race lo logró y eso es realmente satisfactorio”, dijo al respecto el empresario Alejandro Urtubey.

Los más expertos en la materia aseguran que el vínculo que reunió al TRV6 con el fútbol es un claro desafío a la disputa que tiene esta categoría con el TC 2000 para quedarse con las preferencias populares después del intocable Turismo de Carretera.

Así como el TC 2000 es la estructura de mayor tecnología del automovilismo en Sudamérica, el Top Race quiere romper con ese código que asegura que el fútbol es incompatible con el automovilismo y que ambos no hacen buenos negocios, más allá de que tengan una enorme repercusión en las masas.

Para eso apeló a ese gancho que en teoría son los colores de los clubes de fútbol. Un matiz tendiente a capturar tanto la atención de los aficionados como de empresas patrocinantes, ya que el aporte de los clubes de fútbol es más visual que económico, puesto que no tiene la forma de dinero sino la de la cesión de los derechos para usar sus imágenes.

En un principio, la incógnita de los ideólogos de esta propuesta era saber qué respuesta se iba a obtener, o qué desenlace podía acontecer teniendo en cuenta que los antecedentes del fútbol metido en el automovilismo no lo favorecen. Clubes de fútbol muy poderosos del mundo intentaron hacer pie en el automovilismo de primer nivel, aunque muchos fracasaron.

Si bien el desafío es grande y todavía le quita el sueño a más de uno, aún el Top Race V6 no ha reproducido la tensión del enfrentamiento futbolero en una pista de carrera. Si definitivamente lo consigue, habrá tenido éxito en una fusión donde otras empresas del primer mundo han fracasado.

La Premier Grand Prix, que en su momento pretendía ser competencia de la Fórmula 1, tuvo vuelo corto y la recesión que siguió a los atentados a las Torres Gemelas en septiembre de 2001 echó por tierra el proyecto, tras haber logrado acuerdos con clubes como el Leeds inglés, el Benfica portugués o el Anderlecht belga.

A mediados de la década del 90 la escuadra Lister que competía en el campeonato europeo de Gran Turismo era sponsorizada por el Newcastle de Inglaterra, tal es así que los coches Lister - Jaguar estaban pintados con los colores blanco y negro de la institución. Los malos resultados terminaron por abortar esta sociedad.

En el 2002, Ricardo Zonta ganó el campeonato de la World Series by Nissan corriendo un coche auspiciado por el Barcelona de España. Si bien hubo festejos, nunca nadie entendió por qué se rompió esa corporación.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)