Esas fueron las palabras que pronunció el juez de Instrucción Maximiliano Benítez luego de que el joven de 17 años confesara el asesinato de su padre Miguel Bressán, la esposa de este María Celia Taleb y el pequeño hijo de ambos de apenas un años y ocho meses. ANALISIS pudo reconstruir una historia en la que el odio y el resentimiento fueron los factores que determinaron el peor de los finales en la conflictiva relación familiar. Matías confesó que su padre y la esposa “me vivían cagando a palos” y que el funcionario judicial “nos hacía cagar de hambre, a mi vieja le daba apenas 700 pesos y él sabía que por el alquiler de la casa pagamos 500 pesos. Además a mí me daba, y de vez en cuando, 20 pesos, a pesar de que trabajo en el campo y debería darme más”, relató este miércoles cuando se quebró. El escabroso testimonio también aludió a las vidas paralelas de Bressán y al maltrato y discriminación a que sometía a Matías y sus tres hermanos.

Claudio Gastaldi
(desde Concordia)

El triple crimen conmocionó a la ciudad, tanto como la confirmación de que quien había cometido el múltiple asesinato no era otro que Matías, hijo de Miguel Bresssán, asesinado el pasado domingo junto a su mujer, María Celia Taleb y su pequeño hijo de apenas un años y ocho meses, Facundo. Lo que en principio había sido una simple sospecha, era confirmado por la información: el joven de 17 años confesó en la mañana de ayer haber sido el autor triple crimen.

Lo que queda ahora es la gigantesca pregunta: ¿Por qué? ¿Qué hay detrás de tamaña acción protagonizada por un chico de apenas 17 años? En este sentido, las palabras del juez de instrucción a cargo de esta causa (hasta ahora), Maximiliano Benítez fueron más que clarificadoras: “El menor al que acabo de imputar también es una víctima”, y siguió: “Él hizo todo un relato de los hechos”, y confesó que “fueron razones familiares” las que lo llevaron a protagonizar tamaña acción.

Aquí está el punto, el cuadro familiar que nos remite a otros resonados y escalofriantes casos ocurridos en el país. Tres altas fuentes de la investigación consultadas por ANALISIS y Diario Junio, así como otros allegados, contaron detalles que dan un contexto del espantoso episodio. Matías llegó a los tribunales a las 8 del miércoles acompañado de Arturo Mc Loughlin y antes de tomarle la declaración el juez de la causa lo hizo revisar por un psiquiatra que trabaja en el Juzgado de Menores. Recién cuando le dijo que estaba en sus cabales lo hizo ingresar a su despacho.

“Hijo de puta, por qué me matás si yo te di todo”, fue lo que le espetó Bressán a su hijo luego de recibir el primer tiro con el arma calibre 22. En ese momento, cuentan, el chico se enfureció aún más (ahora vamos a saber por qué) y lo terminó de acribillar con la 380, un arma un poco más chica que la 9 milímetros.

La expresión “hijo de puta” y la saña posterior dan una pista de cómo se relacionaban ambos en la vida real (vivían a las trompadas), no en lo que contaba Miguel Bressán cada vez que hablaba de su hijo con terceras personas. Es que, la doble vida del secretario del Juzgado de Instrucción Número 2 (convivía con dos familias al mismo tiempo), parecía expresarse también en una personalidad en la que los dichos no se compadecían con las acciones.

En cuanto a su vida personal, por ejemplo, fuentes de estrecha relación con el fallecido funcionario judicial contaron que el casamiento con María Celia Taleb fue “por compromiso” y que, en realidad prácticamente convivía con su “otra familia”.

“El jueves estuve cenando con él y me habló maravillas de su hijo”, contó otra persona consultada con quien mantenía un vínculo y una cercanía propia de personas que se frecuentan seguido y creen conocerse, aunque la fuente reconoció que no eran amigos. Bressán vivía repitiendo que su hijo Matías era un chico excelente, súper responsable, de su absoluta confianza. “Es mi sucesor, mi heredero”, solía repetir.

Estos dichos guardan una distancia fenomenal con lo que habría expresado Matías en su declaración testimonial que, aunque no podemos entrecomillar, sí sintetizar. Además, con lo que esta causa fue destapando en el correr de la investigación que, entre otras cosas, cuenta que Bressán encerraba a su hijo Matías en un galpón cada vez que su esposa llegaba al lugar.

La testimonial

Dijo además Matías: “Me vivían cagando a palos (se refiere al padre y a Taleb), nos hacía cagar de hambre, a mi vieja le daba apenas 700 pesos y él sabía que por el alquiler de la casa pagamos 500 pesos. Además a mí me daba, y de vez en cuando, 20 pesos, a pesar de que trabajo en el campo y debería darme más”.

Estos dichos de Matías estarían en su declaración en el marco de un relato en el que quedaba de manifiesto la fuerte discriminación que, al parecer, lo venía atormentando desde su niñez.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)