Álvaro Moreyra
El entrenador más exitoso que pasó por los seleccionados nacionales de básquet, Rubén Magnano, estuvo unas horas en Paraná y mantuvo un cara a cara con ANALISIS. El entrenador cordobés vuelve al baloncesto argentino luego de tres temporadas y media fuera del país y nada más y nada menos que a dirigir otra vez el club que lo llevó a ser reconocido en el mundo entero, Atenas de Córdoba. El coach del Griego charló de todo y entre otras cosas elogió al entrerriano Paolo Quinteros por su desempeño en los Juegos Olímpicos de Beijing. Además, habló bien de los dos equipos paranaenses que jugarán en las categorías principales del básquet argentino, Sionista y Echagüe.
La entrevista surgió de la nada, sin siquiera pautarla. Sin dudas que fue importante el consejo de un amigo para no dejar pasar la chance, la cual se repetirá cuando sus dirigidos visiten a Sionista en la Liga Nacional que se avecina, aunque no se sabe, porque en cualquier deporte mandan los resultados y el futuro es una incógnita.
A partir de esto, es que la presencia de uno de los mejores entrenadores que dio el baloncesto nacional no pudo pasarse por alto. A pocas horas del cierre de la edición, ANALISIS tuvo el privilegio de charlar en exclusiva con Rubén Pablo Magnano, nada más y nada menos que el coach que llevó al básquet de nuestro país a la gloria máxima que persigue cualquier deportista, una medalla de oro en un Juego Olímpico.
Es que este cordobés, de 54 años, se dio el lujo de conducir a Ginóbili, Scola, Sconochini y compañía para subirse a lo más alto del podio en Atenas 2004 y además, antes -como si fuera poco- obtuvo el subcampeonato en el Mundial de Indianápolis 2002, con victoria ante el “Dream Team” incluida, siendo el primer entrenador en darse ese lujo en una competencia ecuménica de derrotar a Estados Unidos con jugadores de NBA.
Para la temporada 2008/09 de la Liga Nacional de Básquet, Atenas de Córdoba se prepara con todo para regresar a los primeros planos. A partir de esto es que armó uno de los mejores planteles y desde mucho antes del comienzo de la Copa Argentina, ya tenía asegurado el nombre de Rubén Magnano para conducir los destinos del equipo que encabezan figuras de la talla de Leonardo Gutiérrez (subcampeonato en el Mundial de 2002, medalla dorada en Atenas 2004 y medalla de bronce en Beijing 2008), Bruno Lábaque y compañía. Sin dudas que la vuelta del coach marca el retorno de un hijo dilecto de la casa, que tiene un pergamino por demás extenso en la entidad griega, como para que los dirigentes hicieran todo el esfuerzo posible para lograr repatriarlo. A saber: tres ligas nacionales (1991, 1997/98, 1998/99), Campeón Sudamericano de Clubes (1993 y 1994), Campeón Panamericano de Clubes (1996), Campeón Liga Sudamericana de Clubes (1997 y 1998).
Al mismo tiempo el DT cuenta sobre sus espaldas con un historial más que interesante para que la populosa hinchada del elenco cordobés se ilusione nuevamente con pelear por el título, algo que hace varias temporadas se viene negando. Es más, uno de los equipos más afamados de la Argentina, con más títulos nacionales que nadie, venía en una franca caída que parecía seguir el mismo camino que corrieron Ferrocarril Oeste, River, GEPU, Olimpia y otros grandes baluartes que pasaron de las luces, a las sombras y algunos desaparecieron de la geografía.
Es que El Griego viene de su peor campaña desde que existe la LNB y todo indicaba que se seguiría por ese sendero. Sin embargo, Felipe Lábaque volvió a la presidencia del club y consiguió fichar al mejor director técnico disponible: Rubén Magnano, único que puede contar en su currículum con títulos nacionales e internacionales, a nivel clubes y selecciones argentinas.
Y la idea de pegar la vuelta, tras casi cuatro temporadas en clubes europeos, sedujo al entrenador desde un primer momento. Es que sentarse en el banco de los suplentes de uno de los tres equipos que siguen con vida desde la creación de la Liga Nacional de Básquet (los otros dos son Echagüe de Paraná y Estudiantes de Bahía Blanca), que nunca descendió y que además siempre se metió en los playoff, fue una oferta más que tentadora y a la que el mismo Magnano no se atrevió a rechazar.
Fiel a su estilo: afable y sereno, comedido y mesurado en la expresión. En síntesis, como uno más, Magnano se ubicó en uno de los sillones del lobby del hotel donde se hospedó durante dos días el plantel de Atenas y comenzó la entrevista con este semanario hablando del momento que vive en su regreso a la Argentina: “La vuelta a Atenas se da en un momento especial de mi vida, porque necesitaba reencontrarme con mis afectos”.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
