El texto enviado por el Ejecutivo y que discute la Legislatura está atravesado por la pandemia, limitaciones propias de la política y la irrupción de nuevos autores que quieres auscultar el pulso del debate y darle visibilidad.

Por Gustavo Sánchez Romero

Quizá porque la pandemia dinamitó cualquier contexto de realidad de los gobiernos y la larguirucha cuarentena a la que se abrazaron puso en situación de colapso a la actividad privada; porque los anteriores presupuestos de Entre Ríos no fueron muy contestes a una expectativa social y se ajustaron a los magros resultados que se mostraron a nivel nacional en la gestión anterior de Mauricio Macri; o bien porque en ciertas ocasiones el morbo se apodera de la tribuna para ver los malabares para presentar los escuálidos números que la Provincia prevé para el próximo año, ciertamente que el Presupuesto provincial 2021 tuvo más lupas que las acostumbradas y aparece mucho más interpelada.

Habrá que decir, meridianamente, que este cronista tiene la firme presunción que son muy pocos los legisladores que lo leen detenidamente y en función de su verdadera magnitud cuesta encontrar quien esté dispuesto públicamente a dar su parecido sobre la profundidad del texto del proyecto.

No todos, en rigor. Existen aquellos que le ponen especial interés por alguna razón institucional, política o personal y que pueden dar cuenta de cada coma. Pero no será esta la regla general en la Legislatura entrerriana. Tanto es así que cuando se convoca a los legisladores para alguna entrevista sobresale una frase que se cuela como carta de negociación: “No hay problemas, pero por favor no me preguntes nada sobre el Presupuesto que no lo tengo bien masticado”.

En buen romance esto es sólo asimilable a un “no lo leí”.

Puede parecer una injusta generalización -si es así hay disculpas del caso- pero esto se advierte como una resultante y el Presupuesto carece de instancias de debate profundo en los medios de comunicación social, en la sociedad civil y, tan luego, en los estrados legislativos, donde no hay muchas voces que se posicionen para dar cuenta de las variaciones, asignaciones y ejecuciones previstas en tan sensible normativa institucional.

“En realidad no profundizamos demasiado. El Presupuesto en un dibujo del Ejecutivo y nosotros nos detenemos en algunos aspectos clave y listo, porque sabemos cómo funciona: algunos de nosotros gritamos, el oficialismo nos ignora y se termina votando por mayoría”, confesó amargamente un importante asesor de la oposición a la hora de vindicar los comportamientos.

Los legisladores oficialistas saben que hay siempre una decisión de acompañar el proyecto y nadie estará nunca en condiciones de sacar los pies del plato y pegar un portazo. Hay pocas experiencias en la historia reciente de justicieros solitarios que establezcan posicionamientos diferenciadores. Si hay algo que objetar, los trapitos se lavan adentro y se hacen valer los inasibles vericuetos de la rosca y del poder.

(La nota completa en la edición 1116 de la revista ANALISIS del jueves 12 de noviembre de 2020)