Memoria Frágil y Fernanda, la que nunca más apareció

De ANÁLISIS

Ese domingo 25 de julio de 2004 había un inmenso silencio en San Benito y en buena parte del país, en horas de la tarde. La Selección Argentina jugaba contra su par de Brasil, en la definición de la Copa América y esa situación de rivalidad siempre fue determinante. En la pequeña localidad ubicada cerca de Paraná, Fernanda Aguirre, de 13 años, había decidido regresar a su casa, a eso de las 17.

Casi estaba ingresando a su vivienda cuando su vecina le pidió por favor que le consiguiera un par de flores del puesto de su familia -ubicado frente al cementerio-, porque su sobrina cumplía años. Fernanda era una piba amable, dulce y trabajadora. No dudó en volver hasta el puesto que atendían sus padres y regresó con el ramo de tres claveles. Nunca se le cruzó por la cabeza que en la esquina del acceso a los cementerios, la estaban esperando el entonces convicto Miguel Lencina y su sobrino Jonathan, de 14 años. A ambos los había observado en la ida, pero nunca le asignó demasiada importancia. 

 

 

Cuando volvió a pasar frente a Lencina, este se abalanzó sobre ella. La tomó del cuello y la obligó a cruzar desde la esquina hasta un predio abandonado, a media cuadra, donde la geografía está dominada por sembradíos de soja, grandes y añejos árboles y altos pastizales. Lo que pasó después con Fernanda, es parte de una historia desconocida. Y que sigue doliendo.

El ex secretario de Justicia de la provincia, José Carlos Halle, contó: “Un domingo a la tarde jugó selección argentina en eliminatoria. A primeras horas de la tarde, hacía frío, era julio, la secuestran a Fernanda en frente al cementerio de San Benito. Esto es reconstrucción post. La secuestraron, la metieron adentro de un campito y ahí desapareció. Y hay una ventana de tiempo de esas horas, no recuerdo el horario, hasta que los padres de Fernanda hacen denuncia a la comisaría. Pero era pasada la media noche, hay una ventana de 6 o 7 horas que no se sabe nada. En la denuncia el papá cuenta que le pidieron rescate por 2000 pesos. Esto tiene relevancia para poner en contexto lo que estaba pasando. En provincia de Buenos Aires había auge de secuestros extorsivos, empresarios, alto poder adquisitivo. En algunas intervenían agencias de seguridad y en otras ocasiones familiares pagaban rescate y aparecía secuestrado. Pero eran sucesos comunicativamente relevantes y todos los medios hablaban. En ese contexto desaparece Fernanda y se pide rescate. Paraná y el caso Fernanda comienzan a tener una relevancia nacional inédita. Una situación trágica, dolorosa, de ribetes terribles pero fue inédito, nunca había pasado en la provincia bajo tensión de todos los medios nacionales que estaban mañana, tarde y noche en la provincia. Al secuestro extorsivo no lo ves en la lógica de ellos, hablaban de bandas que pedían dinero conforme a capacidad de víctima. Acá nos encontramos con cosa completamente distinta. La actuación de justicia federal al principio, del fiscal, Procuración y la Policía de la provincia se logra identificar a Lencina, autor de secuestro y su cómplice, su pareja, Mirta Chávez que lo había conocido a Lencina estando preso. Fue un hecho  incluso de hasta intuición policial porque cuando los testigos comienzan a mostrar, a declarar que habían visto en ese momento, todos hacían mención a una persona que les dio temor, la mirada, que lo vieron y venía con un chico más joven. Todos en alguna medida asociaron a ese tipo con un tipo peligroso, agresivo. Recuerdo que Catena dice, pero este parece Miguel Lencina. Entonces Servicio penitenciario dice que Lencina está preso y lo tenemos en Concepción del Uruguay, pero ¿no tendrá salidas transitorias? Tal cual así fue que se llegó a través de testigos, a través de mirada que tenía esa persona, que generó temor, de los que andaban en auto, de los que pasaron”.

 

 

Sobre el día de la desaparición, el ex juez de Instrucción Héctor Toloy indicó: “Yo recuerdo que fue un domingo, cerca de la medianoche estaba en mi domicilio y me avisa la comisaría de San Benito de este secuestro. De inmediato me hice presente con el jefe de policía, recorrimos la zona, conversamos con los padres, con María Inés Cabrol y su marido. Pedimos ropa de ella, se llamó a perros, tratamos de rastrillar la zona, muy difícil, noche cerrada, 25 de julio, había llovido, los perros no lograban dar con rastro. Pero tomamos conocimiento por gente de la zona que Miguel Ángel Lecina, había venido, había viajado en esa ocasión y bueno. Me acuerdo que estuvimos hasta las 5, 5.30 en lugar. Me vine al juzgado, hicimos orden de allanamiento pero dio negativo. Lencina ya no estaba en el domicilio, se había vuelto porque estaba preso. Era la primera o segunda salida que había tenido, había cumplido 10 años de 20 que era la condena por dos homicidios cometidos en Paraná”.

El querellante, Julio Federik relató que cuando intervinieron “en la causa de Fernanda ya después de una semana que había sucedido el hecho. Lo cierto es que se le estaba buscando intensamente. Los padres primero habían pagado un rescate. Ese rescate lo habían dejado arriba del puente de hierro, en Almafuerte al final. Fernanda no apareció. Recién ahí acudieron a la policía. La policía nos refirió que tuvo problemas con el sistema de comunicaciones con el juzgado, por las órdenes de allanamiento y demás. Que no habían podido acceder rápidamente a la casa de Lencina, Lencina era la persona que había secuestrado a Fernanda. El hecho, el secuestro se pudo reconstruir. Porque estaba el sobrino también en ese momento y estaba por cierto la mujer de Lencina. Pero la búsqueda intensa que hubo en ese primer momento no dio resultados a pesar de la cantidad de procedimientos que se hicieron. Hubo fallas por supuesto. Recuerdo que cuando íbamos a santa fe, en procedimiento importante con allanamiento, por la radio se contaba. Algún periodista se enteró, algún imprudente se enteró y contó, pasó esta información por la red pública, por la radio y bueno, cuando llegamos a santa fe no encontramos nada. Después vino episodio de la muerte de Lencina que ocurre en comisaría. Estábamos en Juzgado Federal, con Leandro Ríos que intervinimos juntos en actuación. Cuando estábamos en juzgado federal recibió una llamada el fiscal Silva y salió abruptamente del despacho sin decirnos nada. Nos dimos cuenta que algo había pasado pero no sabíamos si tenía que ver con nuestra causa o las otras que se tramitaban en el juzgado federal. A los minutos nos enteramos que había muerto Lencina que la información que recibimos es que se había suicidado en la celda. La impresión que tuve en ese momento fue descreimiento absoluto que hubiese sido un suicidio. Estábamos en Juzgado federal conmovidos por esta situación y sobre todo se me quebró la esperanza de encontrar a Fernanda por lo menos en lo inmediato que anhelábamos siempre. La búsqueda, la investigación de suicidio tramitó por una causa aparte donde nosotros no tuvimos ningún tipo de información con la que contamos fue la información oficial, nada más. De todos modos, nuestra preocupación estaba centrada exclusivamente en encontrar a la chica, la buscamos por todos lados. Todos los datos los fuimos rastrillando, tratábamos de que no se repita lo de santa fe. Y en un momento aparece en la provincia de santa fe, en la casa de la amiga de Mirta Chávez, las zapatillas de Fernanda, que fue algo descorazonador, lo de las zapatillas fue terrible porque si le habían sacado las zapatillas a Fernanda”.

El rescate

Lencina, que tenía salidas socio-familiares por cuatro días otorgadas por el juez Daniel Malatesta -que reemplazaba al titular del Juzgado de Ejecución de Penas, Miguel Retamoso durante la feria-, estaba cumpliendo una condena de 20 años en la Unidad Penal Número 4 de Concepción del Uruguay por el crimen de dos mujeres en 1994, que había matado de la misma forma: las violó, las ahorcó y se llevó las zapatillas de recuerdo.

Llegó a la casa de su madre, Esther Torres, recién dos horas después. Allí estaba su mujer, Mirta Analía Cháves y enseguida salieron juntos, después de armar un plan perverso. En un minimercado ubicado en la zona del Puente de Hierro, sobre Avenida Almafuerte, hicieron unas compras menores y llamaron desde un teléfono semipúblico. La madre y la hermana de Fernanda acababan de llegar a la casa cuando recibieron la comunicación. Les exigieron una cifra de dinero para la aparición con vida de Fernanda y que debían dejarlo en el Puente de Hierro.

 

 

Lencina y su mujer tomaron el dinero, pasaron por la casa de calle Hernandarias al final, tomaron los bolsos y partieron rumbo a la terminal. Aguirre llegó a su casa ya en la madrugada del lunes, y a la media hora recibieron el último llamado: “Ya largamos a la chica, ya debe estar llegando a la casa”, dijo apurada Mirta Cháves. Pero Fernanda nunca llegó.

A los pocos días, los investigadores lograron cerrar el cerco alrededor de la familia Lencina, y más precisamente sobre Miguel y Mirta Cháves. También el poder político reaccionó. 

El entonces gobernador Jorge Busti comenzó a tener una activa participación en la investigación y todo se seguía muy de cerca desde la Casa Rosada, donde se encontraban Néstor Kirchner y el ministro Aníbal Fernández.

La policía y gran parte del área de justicia y seguridad de su gabinete pasó a ocuparse directa y activamente de la investigación. El viernes 30 de julio fueron detenidos Lencina y Cháves. Y la causa quedó en manos de la justicia federal, después de un breve paso por el juzgado de Héctor Toloy. Para el fiscal Mario Silva era su primer caso de secuestro extorsivo y le preocupaban el involucramiento y las presiones que se ejercían desde el poder político, como también la masiva presencia de medios nacionales que se instalaron masivamente en San Benito y en la puerta de los Tribunales Federales.

La situación sonó a más preocupante, cuando Miguel Lencina apareció ahorcado en la Comisaría Quinta, lugar donde estaba alojado y en horas de la madrugada lo sacaban de allí para torturarlo. Las salidas constaban en el libro de guardia de la comisaría.

Investigación

La investigación policial, conducida por el entonces jefe Ernesto Geuna, fue un absoluto fracaso desde el primer momento. Terminaron por tronchar pesquisas, pistas o líneas investigativas que quizás tuvieron un comienzo, pero nunca un final. Que apostaron a hipótesis falsas en lugares de nuestro país o el exterior, para desviar la atención y que no dudaron en afianzar jugadas perversas, con tal de salvar los pellejos.

José Iparraguirre, abogado defensor de Raúl Monzón recordó que “la causa estaba en Justicia Federal. Nosotros cuando pudimos analizar esta situación que no había elementos de prueba que lo vinculen a monzón y que estaba este auto en desuso y no podía funcionar y supuestamente lo había utilizado, solicitamos falta de mérito al juez de instrucción federal y se nos dio lugar. La investigación continuó contra Miguel Lencina en principio, y Mirta Chávez como principales imputados. Y Raúl Monzón la investigación seguía pero no había prueba suficiente ni para sobreseerlo ni tampoco procesarlo. Una serie de situaciones muy difíciles de entender. Primero en el contexto social y político de la época. Era un momento de auge de los secuestros extorsivos, había muchos casos tenían mucha difusión por los medios nacionales. Era una situación que alarmaba, cuando ocurre un secuestro extorsivo de Fernanda en entre ríos, fue muy llamativo, conmovedor y mucha cobertura de los medios nacionales. En segundo lugar que hubo una serie de situaciones muy llamativas, y complicadas. Lo detienen a Lencina, lo llevan a la comisaría 5ta en lugar de llevarlo a la alcaidía de los tribunales, y al poco tiempo aparece suicidado. Digo, la verdad, si bien hay un fallo de un juez que determina un suicidio. Fue muy extraño que no se hayan tomado todos los recaudos con el principal imputado en la causa más importante que tenía la provincia de entre ríos en muchos años. yo siempre cuento la anécdota que en un programa periodístico policial de Mauricio Antematten, invita a un criminalista que había venido de Buenos Aires a exponer en un congreso invitado por la secretaría de Justicia y cuando este criminalista en el programa ve la imagen de Lencina, del cadáver de Lencina que estaba en los televisores del canal, empieza a explicar de motus propio que esta persona no se había suicidado sino que era víctima de homicidio y da determinados rasgos desde el punto de vista criminalístico como que tenía cara de temor que las marcas presentaba en el cuello no podían ser producto de un suicidio. Esta situación ya de por sí es muy grave”.  

Con un Miguel Lencina fallecido, todo giró alrededor de su concubina, Mirtha Chávez. Jamás se avanzó en la supuesta hipótesis de la colocación de Fernanda en una red de trata, como se trató de instalar desde lugares del poder. No había ningún elemento concreto. Lencina era un preso imprevisible, un sicópata y alguien sin ningún tipo de contacto con nadie del hampa. No había forma de relacionarlo con una red de trata de personas.

 

 

La jueza de Familia María Eleonora Murga, refirió a una medida que el año pasado despertó la atención de los medios de la provincia. “Yo soy jueza de Familia y entre en la competencia que tiene mi juzgado es de declarar ausencia de persona en caso que así lo soliciten, terceros interesados, en este caso familiares, para proveer defensa de protección de bienes que podría tener u otros intereses legítimos la persona desaparecida. Por eso, en febrero del año pasado, el papá de Fernanda inició el año pasado ante este juzgado una declaración de ausencia de Fernanda para que se pudiera llevar adelante, continuar el juicio sucesorio de su mamá. Dentro de los requisitos del Código Civil y Comercial se dispone que el juzgado interviniente tiene que citar a la persona desaparecida por edictos. Esto generó un cierto revuelo en los medios porque se entendía que era obvio que Fernanda estaba desaparecida y que difícilmente iba a leer ella el edicto. Pero esto es una formalidad de la ley además de declaración de familiares que no han tenido noticias de ella, y el informe que se solicitó al Juzgado de Garantías N6 acerca del estado de la causa , por el cual se informó que causa fue elevada a juicio en 2006 sin tener hasta la fecha noticias de Fernanda. Entonces la intervención se limitó a declarar la ausencia que es una figura legal por la cual, se considera que la persona no está presente y no se tienen noticias de ella por un tiempo largo, prolongado, sin que se pueda presumir su fallecimiento. Entonces, en el mes de agosto del año pasado, declaré la ausencia de Fernanda sin que esto tenga ningún tipo de consecuencias sobre la investigación penal, ni judicial, ni distintos organismos que la buscan. Es al solo efecto civil que su papá pueda continuar con la sucesión de su mamá”.

La única condenada, a 14 años de prisión, fue Mirtha Chávez. Por muchos años, en las proximidades de cada 25 de julio, aparecía una versión alocada, para reinstalar el tema e intentar demostrar que se seguía investigando el caso de la joven de San Benito. Pero siempre era una farsa más; una burla a Fernanda y a cada uno de los integrantes de su familia. Era el juego perverso de cada año. 

María Inés Cabrol nunca dejó de luchar. Y siguió cada pista hasta su fallecimiento, el 11 de mayo de 2010. Tenía 45 años y no pudo más frente a una penosa enfermedad. Esa mujer le reclamó al poder político, judicial, institucional una respuesta y lo único que recibió fueron promesas y falsas expectativas.

Todo indicaba que con Fernanda, el chacal Miguel Lencina hizo lo mismo que con sus otras víctimas: la violó, la mató y le robó las zapatillas, que aparecieron a casi 250 kilómetros de Paraná, en la casa de una amiga de Chávez, en San Martín de las Escobas, en la provincia de Santa Fe. Lo único diferente de esta vez fue que Lencina ocultó el cuerpo. O lo hizo desaparecer. Siempre con la complicidad de varios de los integrantes de su familia, que no desconocían ese destino de Fernanda.

Nunca alcanzó con la voluntad de quienes intentaron revertir la historia, desde algún lugar del poder o una estructura judicial. Esos pocos no pudieron con la máquina de impedir diagramada y aceitada hasta en el último detalle. Siempre fueron más los otros; los de la promesa fácil, los engañadores profesionales, los vendedores de ilusiones.

Fernanda nunca apareció. Y a nadie más le importó.

 

 

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