Gualeguaychú: el Carnaval le ganó a la lluvia en un Corsódromo con 14 mil espectadores

Papelitos (Club Juventud Unida) inauguró la tercera fecha del Carnaval del País con casi 14 mil espectadores en el Corsódromo.

Papelitos (Club Juventud Unida) inauguró la tercera fecha del Carnaval del País con casi 14 mil espectadores en el Corsódromo.

De ANÁLISIS

(Desde Gualeguaychú)

 

Al igual que el sábado pasado, en esta tercera noche nuevamente el Rey Momo espantó la lluvia para que pudieran desfilar las cinco comparsas y cumplir así con el mejor ritual del verano en el Corsódromo: la celebración de la alegría.

Esta edición es especial por varios acontecimientos, algunos propios y otros inmanejables. Por un lado, se celebran 25 años de la apertura del Corsódromo que lleva el nombre de “José Luis Gestro”; en un claro homenaje perpetuo a quien fue uno de sus incondicionales precursores y es considerado “maestro de carnaval”.

Por el otro, es un suceso ajeno y está vinculado a la pandemia por el Covid-19, que obliga a protocolos sanitarios preventivos tanto para el público asistente como para los protagonistas y organizadores. No hay, en este aspecto, privilegiados y todos deben exhibir para ingresar al predio el esquema de vacunación anti Covid completo, además de estar dispuestos a que le midan la temperatura y usar tapabocas para circular. Nadie se opone, todo lo contrario: todos colaboran para una mejor circulación.

Anoche, de acuerdo a lo informado por la Comisión del Carnaval, presenciaron el espectáculo casi 14 mil personas, apenas un poco más que las 13 mil del sábado anterior (segunda noche) y mucho menos que en la fecha inaugural (20 mil espectadores).

De todos modos, números más, números menos, este año se valora como pocas veces la presencialidad ya no solo en el Corsódromo sino en la actividad turística en toda la ciudad, sin excepción.

El carnaval más allá de sus orígenes, influencias, mixturas y evolución, implica llevar como una segunda piel al disfraz, pero también transitar en grupos bailando y cantando a modo de celebración plena de la alegría y conjurar (reclamar) determinados temas o temáticas para que el pueblo pueda vivir mejor.

Permisividad, descontrol, no necesariamente. Sí el poder vencer el pudor sin perder la decencia o la honestidad: es decir, es una forma de presentir y de sentir y principalmente el saber compartir.

Las celebraciones de esta naturaleza se han expresado en todo tiempo y lugar, más allá de la civilización de pertenencia, de los cultos religiosos que se practiquen e incluso del paso del tiempo, que a veces suele ser demoledor como el olvido.

La celebración de lo prohibido es parte de la historia de la cultura y con ella del arte. No hay celebración sin lenguajes artísticos compartidos.

Lo concreto es el Carnaval del País es una fiesta popular y como toda fiesta del pueblo es lúdica y mágica: es decir, alucinante y encantadora; donde la imaginación y la realidad se toman de la mano para transitar los 500 metros de la pasarela del Corsódromo.

No vale todo. No es así. En la organización hay reglas; hay códigos; hay historia; hay memoria; hay acuerdos; hay convenios; hay decisiones que involucran a un tiempo que no se consume solamente en estas diez noches de verano, sino que repercuten durante todo el año. Del producido del Carnaval, en gran parte, todos los clubes destinan esos recursos para sostener sus disciplinas deportivas, pero especialmente sus propuestas educativas que van desde el nivel inicial hasta el terciario. Esta particularidad de los clubes que conforman el Carnaval del País no es un matiz, sino una matriz que debe ser siempre ponderada. Se insiste: del producido de esta fiesta, depende en gran parte la evolución de las propuestas educativas de estas instituciones comprometidas con la educación de los hijos de la ciudad.

Lo que está en juego no es el frenesí ni el arrebato, sino cómo transformar el ímpetu, ese impulso transformador en una alegría compartida. De eso se trata.

Apertura

 

La apertura estuvo a cargo de la comparsa Papelitos del Club Juventud Unida, que este 2022 celebra 45 años de vida, cuando en 1977 primero se comenzó con la famosa “Murguita Infantil” que lucía trajes confeccionados con papel y ese hecho daría luego el nombre para la comparsa mayor de la entidad decana.

Con siete títulos en su historial, Papelitos en esta edición hace honor a los colores que representan: el celeste y blanco, que simbolizan la pureza y la confianza.

Este año será recordada por su tema “Pawé, de clara estética africana. La historia refleja que en una comunidad una mujer será madre y lo comparte con sus pueblos vecinos y entre todos hacen el ritual ancestral para dar la bienvenida a la nueva vida.

Como en muchas culturas que se han desarrollado a lo largo de la historia y aún siguen activos con su memoria, en este caso en Papelitos recuerdan que todo ser tiene una canción propia, su “Pawé”, que a su vez lo traducen como “tu papel”.

Bajo la dirección de Juane Villagra, se hace más clara la historia cuando se canta: “Ecos de leyenda, nos cuentan que esa música ancestral / si la luna es llena, espíritus sagrados llamarán / madre que te adentras cargando en tu vientre la ilusión / vibras con la selva, gestando en lo profundo una canción”, reza la letra y la música de Andrea Benedetti y Martín Fernández, que con la banda “Furia del Oeste”, despierta a todos en la tribuna.

“Pawé, Pawé, Pawé libera tu canción en carnaval”, proponen como no podía ser de otra manera. Lo que llamó la atención es que no estuvo la carroza con el recién nacido presentándose a la vida. En cambio se vio otra donde cerró el desfile, pero desarmando en parte el mensaje propuesto.

De todos modos, la coreografía ha sido su gran acierto, porque a pesar de los apuros para ganarle a la lluvia, no se descuidó ni en la armonía ni en el equilibrio, que toda comparsa debe reflejar a lo largo de los 500 metros de la pasarela. La batucada “Los Pibes de Juventud” esta vez no contaron con su director Esteban Martín Piaggio por tener Covid-19 positivo y encontrarse en período de aislamiento. De todos modos, sus sones lograron vibrar en una noche donde se tuvo que conjurar al mal tiempo, con el mejor carnaval.

Marí Marí es “Cosas de mujeres”

En segundo lugar, fue la comparsa del Club Central Entrerriano con su tema de reivindicación de género: “Cosas de Mujeres”.

La “Roja y Negra” hizo su tradicional despliegue, con un público que de manera espontánea comienza a corear sus canciones.

La comparsa Marí Marí (que en el idioma Mapuche significa un saludo, como si se compartiera “unos buenos días”) está dirigida por Sebastián Benedetti, quien propone “Cosas de Mujeres” como una forma concreta de jerarquizar y valorar la cultura de género e invita -a su vez- a recordar a aquellas que han marcado época e influenciado generacionalmente.

La historia refleja –a manera de ejemplo- que ellas poseen una fuerza ancestral, que además de generar vida, pueden burlar al olvido e incluso vencer a aquellos que la han oprimido a lo largo de la historia.

Creada en 1980, la Rojo y Negro es “pasión” y “misterio”. Con 21 títulos, “La Aplanadora” como también se la reconoce, logra la adhesión de propios y extraños, más allá de su propuesta estética que este año no luce como en otras ediciones.

“Cosas de Mujeres” trae a la memoria la influencia de personalidades como Mercedes Sosa, Frida Kahlo, Evita, Micaela García, la Madre Teresa de Calcuta, entre tantas otras que han sabido marcar una época para que nadie quede fuera de la vida.

Su reina Silvana “Bombón” Fernándes genera una atracción especial, y su danza es casi un espectáculo aparte por su calidad coreográfica y por transmitir en todos sus movimientos el ritmo del carnaval.

La batucada “Batería Aplanadora” se pierde por la cercanía de la banda musical “Toque de Samba”. Ni batucada ni samba; apenas un toque que suena sin armonía, a pesar del esfuerzo de la pasista.

Kamarr con su “Sembrador de ilusiones”

La comparsa del Centro Sirio Libanés es Kamarr, hizo su aparición a las 22:12 cuando el cielo comenzó a asomarse con refucilos y riesgos amenazantes para el espectáculo. Igual todo fue resplandor. La comparsa Kamarr (en árabe significa “luna”), nació en 1981 y desde entonces acumula tres títulos.

Su director propuso como tema “Sembrador de ilusiones”, con una estética bien del medio oriente en clave arábiga. La comparsa dirigida por Rodolfo Rodríguez, cuenta una historia que bien podría estar en los relatos de “Las mil y una noche”.

Justo en el año que celebra cuatro décadas, la idea de la siembra implica ser sabio con los tiempos para tener derecho a la cosecha.

El mercader se encuentra con una mujer que lo hechizará y desde entonces se convierte en un sembrador de ilusiones, aún en tierras extrañas.

El cierre de Kamarr es un homenaje al mejor arte de batucada: “Las Audaces”, que está integrada solo por mujeres, le ponen una pasión diferencial que permite lucir a la pasista Alejandra Neves y donde el carnaval es tributado con una propuesta madura que armoniza música, baile y belleza.

Ará Yeví llega desde la ribera

En cuarto lugar, desfiló Ará Yeví, actual portadora de la copa 2020 y tetracampeona. Este año presentó el tema “Turba” que es dirigida por Leo Rosviar.

“Turba” es un término que puede tener al menos dos significados, ambos bien diferentes.

Por un lado, se utiliza este término para nombrar a la sustancia orgánica que puede usarse como combustible o es también un material generado por los residuos vegetales y que se utiliza para sembrar y cuidar lo plantado.

Pero, por el otro, “turba” remite a la idea de un grupo de personas que actúa de manera que genera desorden o confusión, tal vez caos.

Su canción insignia lo define mejor: “De la ribera llega la turba con su bandera: negra y dorada. Viene bailando descontrolada”.

La metáfora de su historia es el poder derrotar el miedo, las injusticias que imponen los poderosos. “La turba” no es escuchada, mientras los privilegiados gozan de beneficios y prebendas. Así, cuando el de abajo zapatea, el de arriba tiembla. Y eso hizo el pueblo “Turba”, que permitió cambiar el oprobio de la injusticia por la celebración de la alegría. Ya no hay reyes injustos, en todo caso el Rey Momo, el Carnaval que todo lo libera.

El nombre de “Ará Yeví” es una voz del idioma guaraní y significa “tiempo de diversión”. Con cinco títulos desde 1980, esta comparsa anoche se hizo fuerte con la carroza de los músicos y nadie en el Corsódromo se quedó inmóvil ni en silencio. “De la ribera llega la turba con su bandera: negra y dorada. Viene bailando descontrolada”, fue coreada aún más allá de sus propios pasos.

O´Bahía para cerrar la noche

La última comparsa en desfilar fue O´Bahía del Club Pescadores, con su tema-historia titulada “Colombina”.

Esta propuesta es dirigida por Adrián Butteri. “Colombina” es la musa ideal, especialmente entre los desposeídos. Ella transforma la angustia en certezas, donde el carnaval iguala a quienes quieren vivir mejor.

Sus colores distintivos con el blanco y azul (pureza y tranquilidad) y la pasarela se hace más ancha al paso de sus abanderados que anticipan la fiesta del carnaval.

 

La disputa

 

Un dato que es clave para comprender mejor los distintos esfuerzos de las comparsas en esta edición 2022: el año que viene tienen asegurado su lugar (no importan qué puntajes obtengan este año) las comparsas: Ará Yeví, Marí Marí y Kamarr.

Si la Comisión del Carnaval decide que en el 2023 saldrán cuatro comparsas (en vez de tres como es tradición), la disputa real entonces es entre Papelitos y O´Bahía. Nadie puede hacerse el distraído al respecto.

Si alguna de ellas este año sale campeona, pero deciden que el año que viene saldrán tres, ellas serán –como se apuntó- Ará Yeví, Marí Marí y Kamarr. Ahora se entiende un poco mejor por qué en algunos momentos les falta la pasión de carnaval: ya tienen su lugar asegurado y las puntuaciones no les genera tensión como a Papelitos y a O´Bahía.

De todos modos, anoche se vivió un espectáculo impresionante a pesar del mal tiempo. Las cinco comparsas no defraudaron. Algunas podrán gustar más que otras; habrá aspectos diferenciadores entre ellas. De eso se trata: de una competencia; pero fundamentalmente del ancestral ritual de celebrar la alegría y donde lo importante es que el público disfrute como es evidente que lo hacen sus protagonistas. Y eso contagia.

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