Daniel Tirso Fiorotto
(especial para ANALISIS)

Lo hizo a su modo, con humor y delicadeza, pero si es por las ideas, por la comprensión del país y el mundo, la académica Alcira Argumedo les pegó a los paranaenses un zamarreo de aquellos, esta semana, para que tengan. Toda su argumentación apuntó a una revolución, en paz, y colocó una lápida a casi todo lo que muchos entrerrianos han votado en los últimos lustros y amenazan seguir votando. La notable investigadora y socióloga, puntal del pensamiento nacional y popular, disertó en la sede de ATE invitada por los alentadores locales del Proyecto Sur y puso en valor a los cartoneros, a los desocupados, a los indios del Chaco, a Evo Morales; habló de la creatividad de los golpeados, y dijo que si los argentinos quieren sobrevivir no les queda otra que nacionalizar el petróleo y la minería y resolverse por la unidad en Latinoamérica y dejar de robar. Dio claves para gestar conocimientos hacia una nueva era y salir de la “catástrofe” argentina. Un diagnóstico descarnado y un listado de deberes: no apto para tibios.

El trabajo, la propiedad de los medios, los bloques del mundo, el conocimiento, la decadencia estadounidense y el crecimiento chino: nada escapa a Alcira Argumedo para diagnosticar la situación de los argentinos y las salidas posibles a esto que ella no considera una crisis sino una catástrofe.

Veterana entre los investigadores del Conicet en el pensamiento argentino, compañera de ruta en estos tiempos del asombroso sociólogo y cineasta Fernando Pino Solanas, Alcira Argumedo desplegó en Paraná una batería de argumentos sobre las raíces de la gran debacle argentina y concluyó con una esperanza: la Argentina tiene solución y no necesariamente en el término de medio siglo sino a corto plazo, en menos de un lustro. Cambiando el modelo.

Claro que muchas de las razones expuestas son objeto de debate y que las relaciones causa-efecto planteadas por la gran socióloga podrían discutirse, y precisamente Argumedo se muestra muy dispuesta a escandalizarnos, por qué no, con su análisis descarnado y al mismo tiempo a debatir ideas. Esa actitud debe señalarse, en una provincia donde los temas y las decisiones generalmente se imponen, no se discuten, sencillamente porque no existen ámbitos para el diálogo, y así los sectores poderosos se sostienen y siguen prometiendo más de lo mismo, sin discusión real posible, por mandato de esa connivencia de grandes empresarios y poderosos políticos y propietarios de medios masivos, que marca la historia reciente.

La estudiosa apuntó las amenazas y oportunidades del mundo en bloques, la potencialidad de los pueblos latinoamericanos para conversar de igual a igual con otros bloques del universo (o sucumbir en la división) y hasta las enseñanzas de la política local con referencias a personajes como Luis Barrionuevo o José Luis Manzano.

Frente a todo ese poder constituido, Alcira Argumedo llegó para pegar un sacudón. Veamos algunas de sus reflexiones, textuales de aquí en más, en una síntesis de su larga elaboración.

Una nueva era

“La clave es pensar, o tener en cuenta la necesidad de llevar adelante un debate en profundidad acerca de la redistribución del ingreso. Porque lo que no podemos ignorar es que la celeridad y la profundidad de las transformaciones que estamos viendo en el campo internacional indican que está cerrado el ciclo de la historia. Se ha cerrado el ciclo de la Edad Contemporánea, aquella que empieza con la confluencia entre los primeros impactos de la Revolución Industrial, y la emergencia de la Revolución Francesa, además de los procesos de emancipación en América Latina. Y se ha cerrado el ciclo de la Revolución Industrial”.

“Acá estamos, ante una revolución científico-técnica, que se acelera, desde los años ‘80 y que plantea alternativas de carácter civilizatorio. Entre otros aspectos, porque una de las características de estas tecnologías (además de ser un salto cualitativo en términos de eficiencia, velocidad y otros componentes que hacen que no se pueda continuar con las tecnologías anteriores), es la diferencia que va entre la máquina de escribir y la computadora, digamos: plantea desafíos porque una de sus características es que se requiere 75 por ciento menos de tiempo de trabajo humano”.

Precisamente el tiempo de trabajo humano es una de las claves, dice Argumedo, del análisis del presente y particularmente en la Argentina que ha sufrido como pocos el flagelo del desempleo y la precarización.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)