Sofía Arnaudín

El artista plástico concordiense sumará al patrimonio del Museo Provincial de Bellas Artes una serie de obras que abarquen y signifiquen los momentos más álgidos de su carrera. En esta nota Julio Lavallén reflexiona sobre su carrera,la diversidad de sus colores y matices; un oficio que nace y se cultiva en soledad; detiene la mirada en la calidad de lo intransferible y arroja los conceptos que le hacen justicia.

“Trabajo con lo que tengo; no tengo una técnica concreta. Yo soy autodidacta y como autodidacta me agarro de todos lados.” Contesta Julio Lavallén, sobre el método con el que avanza sobre el lienzo. Valerse de todo su entorno para modificarlo. Conocerlo. Explorarlo. Pelearse con él, consigo mismo “el artista nace en absoluta soledad y desamparo” arroja con convicción y optimismo, aunque en mundos consolidados en multitudes pareciera reflejar todo lo contrario. “Probás todos los colores, te fijás como hizo esto el otro, y después lo más importante es olvidarse de todo eso; a la hora de hacer no estar en términos de técnicas, simplemente sos un ejecutante. Yo pinto con cualquier cosa; uso pinceles, un palito, un cartoncito para hacer un raspadito, un trapo… La técnica es mantenerse en el asombro, en el encuentro de las novedades y se da en el hacer, es la única forma de encontrar las cosas.”

Continúa el artista concordiense de 62 años. “Mi primera muestra yo la hice en el año 1974, tenía 17 años; han pasado muchos Lavallén dentro de mí.” Confiesa Julio Lavallén, mientras repasa en su cabeza las etapas más vivas de su obra. Radicado en Buenos Aires desde los 22 años, Julio Lavallén refundó su sala de arte con el nombre de Espacio Lavallén yse ha consagrado en galerías de arte de todo el mundo, pero siempre volviendo, de tanto en tanto, al paisaje que lo disparó todo: “Tengo mi familia en Concordia, tengo actividades, algunos alumnos; estoy conectado permanentemente con Entre Ríos.” Hoy, su vinculación le trasciende: entiende que parte de su obra le pertenece a todos los entrerrianos. 

- ¿Cómo surge en usted esta idea de donar obras al Museo Provincial de Bellas Artes?

-Es una forma de ir cerrando algunas etapas. Me interesa dejar fijadas algunas cosas, como por ejemplo en el Museo.Es como dejar una marca clara de lo que uno ha estado haciendo, pensando, trabajando en estos años. Normalmente los museos de provincia no tienen capacidad de compra, entonces los museos pasan a ser depositarios de obras sueltas, aisladas muchas veces de los artistas, no solo de la zona, sino de artistas que el museo quizás quisiera tener. Esperemos que en el futuro esas cosas puedan cambiar. Actualmente los museos se conforman con poder mantener sus estructuras, conformar el patrimonio en condiciones, mantener el personal formado en acción, es difícil porque no hay buenas partidas. Cosa que va a haber ir cambiando, hay ciertas cosas que son prioridad; es una época de vaivenes.

-Usted dice que es una selección que abarque y explique su trabajo. ¿Cuál es el desafío de llegar a ese concepto, de decir: “yo soy esto”?

-Es difícil porque mi primera muestra yo la hice en el año 1974, tenía 17 años; han pasado muchos Lavallen dentro de mí. Fui entendiendo cosas, sacándome muchos prejuicios; Cuando inicié mi trabajo, empecé a exponer y a pensar que lo que yo hacía en mi intimidad podía exhibirlo en público y que a alguien podía interesarle todo eso. Estaba muy marcado por la necesidad de una aprobación de un público y que me quieran comprar un cuadro para colgar en el living de su casa. No tenía referentes, no conocía a ningún pintor ni nada hasta que estuve metido en mi actividad. Después conocí espejos en los cuales mirarme. Entonces los enfoques de mi obra van variando en la medida en la que voy entendiendo al arte como una manera de expresión, una forma de pensamiento, diferente al hecho de hacer simplemente objetos de decoración. En ese sentido, ha habido altibajos y diferentes necesidades de decir. Entonces cuando aceptaron la idea de que yo dejara una serie de obras en el Museo plantee que yo no podría decidir cuáles y que lo quería consensuar con la dirección del Museo para que me ayude a tomar la decisión. A veces trabajo por series que comprenden 25 trabajos, entones me gustaría que haya un botón de muestra de cada trabajo o agarrar alguna serie o temporada que de cuenta de lo que hice en los años ‘80 o ‘90, no sé. Cosas así. Hay que armarla en los próximos meses y quiero hacer algo serio y estudiado; cosa armada con riqueza, con detalles.

-Repasando su carrera ¿Existe el concepto en iniciarte en el arte?

-No, no existe eso. En arte no hay una carrera de estudio para ser artista. El alumno que concurre a una escuela de artes visuales, por ejemplo, tiene una formación dirigida hacia la docencia. Siempre hay materias que son pedagógicas y están encaradas de manera enciclopedista y los talleres en general son talleres que colaboran al oficio del hacer. Pero en el fondo el artista nace en absoluta soledad y desamparo; el asunto es soportar esa tensión y dejar que eso ocurra. No hay posibilidades de ser un artista si no se está solo. No se da la cosa en grupo; la tormenta la tenés adentro. Entonces uno va encontrando maneras, formas que le son afines. No sólo temáticas, sino materiales. Tiene que ver también con comprender los espacios que yo habito, estar acorde a la realidad; son cosas que uno se va dejando llevar, moldear; las posibilidades que uno tiene en la vida.No es lo mismo ser un artista en un país central que en un país periférico, no es lo mismo ser un artista en una localidad de provincia que ser un artista en una localidad como Buenos Aires.

(Más información en la edición gráfica 1107 de la revista ANALISIS del jueves 31 de octubre de 2019)