El rey Juan Carlos de Borbón escapó de la Justicia suiza y se alojó en Punta Cana.
Por Miguel Bonasso*
Acusado oficialmente por un fiscal suizo de haber recibido una coima de 100 millones de euros, que le dio el monarca de Arabia Saudita, el "rey emerito" Juan Carlos de Borbón, ha ido a esconderse en el paraíso de los dueños del mundo, el resort La Romana, en República Dominicana, el lugar favorito de los Bush, padre, hijo y mamie Barbara (que adoraba el Caribe), del empleado falangista de Barrick Gold José María Aznar, del expresidente colombiano Álvaro Uribe (actualmente preso domiciliario también por coimero y de yapa contagiado asintomático de Covid-19).
Dentro de este paraíso de megamillonarios fascistas, el rey que impuso Francisco Franco oculta sus vergüenzas en la villa fastuosa del cubano gusano José 'Pepe' Fanjul. Esta es la clase de personajes que manejan el mundo y han generado miseria, destrucción ambiental, pandemia y signos ominosos sobre el futuro del Homo Sapiens. Pero serían imposibles sin esos progresistas cagones, sin esos populistas megamillonarios, que ponen el giro a la izquierda y doblan a la derecha; como el presidente español Pedro Sánchez, que ha salido -con rapidez de camarero real- a decir que el cuestionamiento es a las personas y no a los sistemas, como vendría a ser la monarquía.
En 1931, el abuelo de Juan Carlos, el rey Alfonso XIII, también tuvo que salir pitando de España, porque estalló esa generosa esperanza de la Segunda República (que el camarero Sánchez rechaza con su declarada sumisión). Acechada permanentemente por los terratenientes, los megamillonarios, la Iglesia ulramontana y otros padecimientos, el nuevo sistema atravesó el bienio negro del corrupto Aejandro Lerroux, logró resucitar con el triunfo del Frente Popular en 1936 para caer, después de un artero golpe de estado y la sangrienta guerra civil que duró tres años y costó un millón de muertos, en la feroz dictadura franquista, que se prolongó durante cuarenta años y se dio el lujo de imponer su propia sucesión en la figura del hoy tránsfuga Juan Carlos de Borbón.
Si el PSOE respondiera a lo que pretendía su fundador Pablo Iglesias y no al pastel cocinado por lobbistas como Felipe González, España debería limpiarse de tanta basura y rendir homenaje a sus mejores hombres y mujeres, constituyendo la Tercera República.
*Periodista y escritor