El talento argentino en el cine no conoce fronteras y Alejandro Hartmann es un claro ejemplo de ello (Foto: El Diario de España)
Tras su éxito global con su trabajo sobre el famoso parricidio, el director de 51 años habló con Teleshow sobre sus inicios en esta profesión y sus proyectos más preciados. Además, brindó su perspectiva respecto al difícil momento que atraviesa el rubro audiovisual
El talento argentino en el cine no conoce fronteras y Alejandro Hartmann es un claro ejemplo de ello. Con una carrera que comenzó en la década del 90, cuando estudiaba en la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC); en las últimas semanas, el director alcanzó reconocimiento mundial con su último documental sobre el caso de los hermanos Menéndez, el infame parricidio que sacudió a Estados Unidos, que desde el pasado 7 de octubre se mantiene en el Top 10 global de Netflix.
En este contexto, Teleshow se puso en contacto con él para hablar de este éxito y de otros proyectos importantes que también encabezó. Conocido por su mirada detallista y profunda, el director habló de sus inicios en esta profesión y brindó su perspectiva respecto al difícil momento que atraviesa el rubro audiovisual en Argentina. “No hay que destruir la industria para mejorarla”, aseguró.
Su pasión por el cine arrancó cuando era pequeño. Influenciado por su madre, quien lo llevaba a mirar diferentes películas, “al cine Cosmos o al Lugones”, Hartmann comenzó a interesarse por el arte de contar historias. Cuando cumplió 13 años empezó a grabar jugando con una cámara Super 8 mm de un amigo. “No teníamos ni rollo. Mirábamos por el visor e imaginábamos que filmábamos cosas”, recordó.
Ya en segundo año del secundario hizo su primer intento de cortometraje, aunque no lo terminó. Una de sus influencias fue la película Aguirre, la ira de Dios, de Werner Herzog. “La vi muchas veces en televisión. Me generaba muchas ganas de filmar y de contar historias”, afirmó. También mencionó que su fascinación por los videoclips, influenciada por MTV y el canal Music 21, fue “el puntapié para comenzar a filmar”; actividad que luego lo llevó a trabajar a dirigir videoclips de artistas como Illya Kuryaki & The Valderramas y Los Piojos.
Tras explorar diversos géneros, Alejandro encontró su lugar en el policial, donde se posicionó con proyectos como Carmel: ¿Quién mató a María Marta? (2020) y El fotógrafo y el cartero: El crimen de Cabezas (2022), ambos estrenados en la plataforma Netflix. Su último documental, Los Hermanos Menéndez, le valió el título del rey del true crime, un género cuyo nombre lo posiciona a la par de figuras icónicas como Truman Capote o Errol Morris.
Sin embargo, este giro en su carrera fue accidental. “Se dio por mera casualidad. Con un grupo de amigos se nos ocurrió que era una buena idea. Empezamos a escribirla y se la llevamos a una productora y terminó haciéndose realidad”, detalló. Acerca de su atracción hacia los crímenes, señaló: “Me fascina mucho su lado político y social y los procesos internos que eso conllevan”. En esa misma línea, el director explicó que su carácter escéptico le permite mantener una mirada objetiva a la hora de trabajar.
“Soy muy poco conspiranoico. Suelo observar los casos y las historias desde afuera y, además, descreo que las miradas sean de un color blanco o negro. Yo puedo estar ante un caso y entiendo el dolor de la persona. Pero también puedo entender que la persona esté mintiendo o no diciendo toda la verdad”, sostuvo. Para él, esta visión balanceada es fundamental en todas sus obras sin discriminar su género, como le ocurrió con AU3 (Autopista Central), donde retrató temas sociales de forma imparcial.
Recientemente, Hartmann fue reconocido por el documental sobre los hermanos Menéndez, un proyecto que llegó a él gracias al éxito de sus producciones previas. “A partir de Carmel: ¿Quién mató a María Marta?, y que, a la par, estaba terminando el documental sobre Cabezas, me enviaron un email de una compañía norteamericana. Los busqué por Internet y me pareció que tenían una trayectoria bastante seria. De hecho, tenían un trabajo publicado que usé como referencia para uno de los míos”, contó. También se refirió a su conocimiento previo sobre el parricidio que hoy está en boca de todos: “Lo oí nombrar cuando viví por un año en Estados Unidos. Todavía no había comenzado el juicio, pero sabía que habían asesinado a sus padres. Nunca le presté atención hasta hace poco, cuando entendí la relevancia que tenía”.
Con la propuesta frente a sus ojos, el cineasta se percató del enorme proyecto que estaba por encabezar. “Me parecía un honor que me hubiesen llamado para trabajar en Hollywood a partir de algo que empezó chiquitito, como Carmel. Y pensé: ‘Bueno, no puedo desaprovecharla, me tiro a la pileta y vemos cómo sale’”, recordó.
En ese sentido, Hartmann destacó algunas diferencias en los métodos de producción estadounidenses, como el tiempo y los recursos disponibles. “Los planes de rodaje son muchos más largos y luego pasan a grabar menos días, tienen más recursos para realizar la producción y edición”, explicó. Sin embargo, aseguró que Argentina está a la altura de esos estándares: “Tenemos una industria audiovisual muy desarrollada y con una tradición que da prueba de nuestra labor”.
El proceso de producción sobre la historia de Lyle y Erik, los criminales que cometieron el asesinato de sus padres, José y Kitty, fue largo y demandante. “La aprobación de Netflix llegó en enero de 2022 y el estreno tuvo lugar el pasado 7 de octubre, por lo que duró más de dos años”, relató Alejandro, quien fue la primera persona en entrevistar a los condenados luego de tres décadas cumpliendo prisión perpetua.
Uno de los desafíos, explicó, fue editar esa historia compleja, que incluyó sus testimonios, aunque sin imágenes actuales de ellos, ya que no se le permitió grabarlos dentro del Centro Correccional “Richard J. Donovan” en Otay Mesa, San Diego, donde están alojados. Además, también destacó la imposibilidad de referirse en detalle a sus protagonistas, ya que recientemente se reabrió el caso por pedido de la fiscalía de Los Ángeles en un intento de lograr su libertad.
“Me imaginaba que iba a ser un documental más porque este tipo de contenido se consume mucho en esta plataforma”, confesó. Lejos de sus perspectivas iniciales, este proyecto logró ser lo más visto en varios países al poco tiempo de su estreno. “En una hora se convirtió en número uno internacionalmente y esto siguió por varios días. La verdad es que fue un lujo completamente impensado”, afirmó.