La alerta vía diplomática señaló un transporte de explosivos que tuvo su punto de origen en Encarnación, Paraguay, y que tendría como destino un objetivo de la comunidad judía en Argentina.
Un proceso de compra de pañales dejó afuera a proveedores históricos, adjudicó a una empresa no inscripta y se quedó con un contrato estimado en US$450 millones.