Daniel Tirso Fiorotto
(especial para ANALISIS)
Acaba de ofrecer nuevas lecciones al presente, en pleno 2008, la actitud comprometida y valiente de algunos periodistas en Entre Ríos, durante las últimas dos contiendas bélicas más sangrientas y despiadadas de la región pero bien escondidas por la historia oficial (la Guerra Entrerriana y la Guerra de la Triple Alianza). El periodista Américo Schvartzman fue premiado en un concurso nacional en San Luis, por bucear precisamente en aquellas raíces locales del federalismo y de la reforma agraria, representadas en la tenacidad de Alejo Peyret, que supo exhibir los daños del sistema unitario y del latifundio, males de ayer, flagelos de hoy. Nunca más oportuno, este ensayo de lectura obligada, cuando el nuevo gobierno de Cristina Kirchner se empecina en abrevar y embretarse, como sus antecesores, en antiguos vicios centralistas.
El uruguayense Américo Schvartzman se resiste a la sepultura de los grandes pensadores argentinos, de los tiempos en que Entre Ríos se animaba a liderar, y sacude a los entrerrianos de hoy (a los que todavía quieren protagonizar y creen en la política con mayúsculas) con la voz de uno de los intelectuales más esclarecidos, Alejo Peyret. Al mismo tiempo, señala las responsabilidades políticas que genera haber nacido en esta provincia fundadora.
En las antípodas del extravío de los partidismos locales, el periodista y docente y convencional constituyente busca claridad y encuentra una luz en Peyret. No sólo sobre el pasado sino para el porvenir.
Lo que parece concentrarse en la historia, lo que en principio se diría alejado, da un salto hacia el necesario debate en el aquí y ahora, porque el periodista pinta cómo pudo fogonearse un país distinto. Entonces va al rescate de ideas que están más vigentes que nunca. ¿Puede uno hablar de historia y abrir caminos al futuro? Sí, y éste es el caso.
La obra de Schvartzman, premiada en el Concurso Nacional de Historia “Centralismo versus Federalismo”, ante un jurado de notables: Félix Luna, Mario Pacho O’Donell y Araceli Bellota, fue titulada: “Peyret y Goliat”. Allí subraya el autor las convicciones y la pluma del intelectual en defensa del federalismo, cuando Domingo Sarmiento se ensañaba en la invasión del territorio entrerriano, y en defensa de la distribución de tierras cuando el que mandaba aquí era el mayor de los estancieros: Justo José de Urquiza.
El asunto del concurso y la elección de Peyret no son casualidades: el federalismo es la discusión de hoy, y de hecho el sistema de coparticipación impositiva en que el centralismo se queda con tres cuartas partes, durante el actual gobierno de Cristina Kirchner, exige una revisión de las luchas ganadas contra ese unitarismo que termina imponiéndose en la chequera. Por otra parte, bastos sectores del país, sea entre los obreros, las pymes, los sectores políticos o de la economía, están reclamando un giro en esta y otras estructuras de poder.
La fuerza del ensayo, antes que en el premio está en las ideas que exhuma, y en la oportunidad del rescate, porque distintos sectores del país coinciden en que el federalismo está pasando a letra muerta, y entre ellos algunos piensan que, sea para revivirlo o para terminar de enterrarlo, nunca será sin fricciones.
Los hombres de la Confederación, y en particular los periodistas, todavía no han logrado el reconocimiento público que merecen, y es lógico: exhumarlos significa revolver ideas incompatibles con los intereses del stablishment. Significa que la obstinación de Buenos Aires ceda ante las convicciones de Paraná. En esa llaga puso el dedo Schvartzman.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
