Silvio Méndez
El principal centro sanitario materno infantil de la provincia se encuentra en estado calamitoso. El ingreso por la Guardia del Hospital San Roque de Paraná da cuenta radiográfica del estado general de abandono del nosocomio. La dejadez se descascara en la pintura ocre de las paredes húmedas. En las oficinas de informes y la guardia policial a media a luz, en los carteles y papelitos que cuelgan en las puertas de los consultorios, y el hueco lúgubre que se divisa al fondo, detrás de unas rejas carcelarias, donde comienzan las escaleras que llevan a los nueve pisos del edificio.
Es inevitable hablar de la oscura escalera, en cuyos codos se apichonan madres y gurises a la espera, o en las noches duermen desconocidos, haciendo sus necesidades, ahí no más, en los escalones. Se mencionan las escaleras porque siempre se habló de que los ascensores del San Roque no funcionan. Y efectivamente no funciona el que lleva a Maternidad está abierto a la par, así no más, en peligro inminente; el de servicio, con puertas del tipo fuelle, está inerte, acumulando una silla rota, colillas de cigarrillo y bolsas de basura. El único que funciona al público puede transportar dos o tres personas, y hay otro cerrado con llave para ser usado en caso de urgencias. Otro dato anecdótico que se suma es que el elevador que funciona no llega al 9º, por lo cual todos los que tienen que llegar hasta allí, tienen que hacer escala obligada en el 8º.
Para tener una idea de la dimensión del problema, se puede dar cuenta de la escala de servicio que brinda el centro de referencia de la especialidad en la provincia.
En la Guardia, diariamente –es decir en un turno de 24 horas–, se atienden un promedio de 300 emergencias, es decir unas 9.000 mensuales. El alto número, señalaron médicos del área, se debe a que el sistema de atención en consultorio ha quedado “chico”, y no da abasto por el alto nivel de demanda. Es así que entonces, se termina llevando a los pacientes a la Guardia. El sector funciona con tres galenos por turno, que en los ratos de descanso, pasan el día en un estrecho cuarto, una especie de celda, con unas cuchetas, una mesita, una pequeña heladera y una PC. La sala para los médicos no es un lugar agradable; también su paredes tiene tonos marmolados por las filtraciones de agua de lluvia que llegan hasta ahí, lo que se evidencia en las manchas que producen colonias de hongos que habitan en la unión de los muros.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS del jueves 15 de mayo de 2014)
