Memoria Frágil y el accionar de las bandas de piratas del asfalto

Piratas del asfalto

Memoria Frágil y las bandas de piratas del asfalto.

De ANÁLISIS

Los piratas del asfalto hicieron estragos en Entre Ríos hasta mediados de 2000. Su accionar se había focalizado, fundamentalmente, sobre caminos aledaños a la ruta nacional 14, con un importante poderío logístico, económico y la complicidad de algunos policías medianamente identificados, pero que nunca llegaron a los estrados judiciales, porque siempre terminaba imperando el miedo. Todos sabían quiénes eran esos aliados de las bandas, pero nadie quería decirlo en los estrados judiciales. Menos en una repartición policial.

“En el transcurso que estuve como jefe de Policía hubo varias denuncias. Algunas se descubrieron, otras eran denuncias falsas porque los transportes venían sin carga pero con seguro”, contrastó el ex jefe de Policía Mario Marín. “Implementamos una guía de transporte desde Federación hasta Brazo Largo. De ese modo fuimos coartando la posibilidad de los piratas del asfalto. Fue un trabajo muy intenso por la cantidad de vehículos que transitan por la Ruta Nacional 14”, acotó.

El comisario retirado Alejandro Moschen contó que estuvo a cargo de la dependencia Chajarí. “En una época se daban estafas, a la hora de cierres bancarios, con cuentas inexistentes y las cargas desaparecían y los camiones aparecían en otros lugares. Las cargas se distribuían hacia el norte o buenos aires. La otra modalidad de piratería era las interceptaciones violentas en la ruta 14, con un nivel de agresividad importante. Generalmente no lesionaban a los camioneros, parece que los llevaban como secuestrados, se apropiaban de  los cargamentos. Lo raro es que en estos asaltos, los camiones aparecían en Buenos Aires, desaparecían la carga y a los camioneros los dejaban en otro lugar”.

“Después de varios años de trabajar en distintos lugares, caí en departamento Gualegauychú. Entre Ríos siempre se jactó de tener muchos policías sobre la ruta pero por semana había cuatro o cinco asaltos a camioneros. Fue desde el 99 a 2006, o 2007 Entre Ríos sufrió muchos asaltos a camioneros”, contextualizó el  comisario retirado Sergio Fiorotto.

Modalidad

Fiorotto contó que cuando estaba en departamento Gualeguay le tocó un hecho en el cual la piratería del asfalto era “tratar de que los juzgados que intervengan en la causa fueran dos o tres para demorar la investigación”. “Se asaltaba el camión en un lado, al camionero lo soltaban en otro lugar y el camión aparecía en otro lugar”.

“Cuando estaba en Gualeguay recibimos información satelital que un camión había bajado de la ruta de destino –iba a Rosario- y se conducía hacia el lado de Galarza. Fuimos con investigaciones a abatir las dos calles que llevaban a Galarza, fuimos y vinimos dos o tres veces y no encontramos nada. Siempre estuvimos comunicados con los satelitales. En un momento nos dijeron que la alarma perdió señal pero estaba cerca de Galarza. A todo eso apareció la denuncia en Río Cuarto, Córdoba. Y según el camionero el hecho había sido cometido en departamento Gualeguaychú. Típica modalidad”, relató.

“Llegamos a la puerta de un campo, después de recorridas y consultas. Vimos la entrada de un camión pesado. Pedimos una orden de allanamiento y nos llegó 12 horas después. Si nos íbamos de ahí se nos escapaba todo, entonces nos quedamos tres o cuatro personas. Recibíamos órdenes que decían que había aparecido en Rosario, o en Tala. Nos querían sacar del lugar, esas informaciones las recibíamos por radio y alguien nos quería sacar del lugar”, contó.

La situación cambió, de alguna manera, con la llegada del exjefe de Policía, Héctor Roberto Massuh, en noviembre de 2005, casi dos años después de la asunción de Jorge Busti, a lo que sería su tercer mandato como gobernador. Massuh reemplazó a Ernesto Geuna, cuyo accionar en relación a las bandas de piratas del asfalto en Entre Ríos, había sido muy cuestionable.

El ex juez de instrucción Eduardo García Jurado ratificó que esos hechos ocurrieron repetidamente en Entre Ríos. “Lamentablemente en algunas partes siguen ocurriendo. Hubo casos que terminaron en provincia de Buenos Aires. Acá recuerdo un caso en 2009 que aparecía como piratas del asfalto pero fue una maniobra de dos personas que denunciaron el hurto de un camión 0km para cobrar el seguro, lo denunciaron al hecho saliendo en zona sur de la provincia, saliendo de Entre Ríos. La Policía actuó con rapidez, se secuestró el camión que estaba escondido y lo estaban desarmando”, recordó.  “Detuvieron a tres personas y un transportista de grúa aunque esa persona fue sobreseída. Elevé a juicio y fueron condenados”. “La mayoría de las veces los camioneros eran víctima pero otras se prestaban al juego para cobrar el seguro”, puntualizó.

Neutralización

El ex jefe policial Héctor Massuh describió el delito de bandas altamente organizadas. “Estas organizaciones tienen hasta departamentos contables. Es un flagelo preocupante en el mundo. Argentina tenía un promedio de pérdidas a nivel nacional de 15 o 20 millones de dólares anuales. Cuando me hice cargo de la policía en 2005, este delito preocupaba en todo el país. Así que analizamos las formas de neutralizarlo”, planteó.

Massuh recordó que las camineras dependían de las Jefaturas Departamentales. “Había criterios distintos de trabajo. Vimos que la provincia es particular porque tenemos cuatro o cinco ingresos, eso es una ventaja para controlar mejor. Elevé un proyecto creando la Dirección de Prevención y Seguridad Vial y comenzamos a organizar y capacitar al personal. Equipamos la Dirección e inmediatamente notamos un cambio. Pero como el delito va mutando, tuvimos dos o tres hechos que no hacían denuncias en la provincia, sino en Buenos Aires. Nos llegaba tarde el expediente. Quiero destacar el rol de la Justicia porque llamaban a los que tomaban la denuncia en Buenos Aires. También ya se había implementado una guía de tránsito. Se controlaban todos los datos en cada puesto caminero”.

Episodios

Antonio Alizegui, ex secretario general de Camioneros en Entre Ríos contó: “Me pasó una vez, se me subieron al camión. Venía por la ruta 3 de Puerto Madryn. Era mi trayecto común. Me tuve que quedar en Olavarría para cargar cemento porque esa vez no traía aluminio.  Así que los muchachos se equivocaron. Me siguieron con un camión y se pusieron con un ato apuntándome. Que me tirara a la banquina, que no parara, se me subió uno del lado del acompañante y revisó los papeles. Me dijo que buscaban a otro, querían aluminio. Esa fue la única vez que corrí algún riesgo. Pero siempre en la vida de camionero hay alguna historia trágica. Acá en la provincia han pasado muchas cosas, por ejemplo en Oro Verde, mataron a unos compañeros. Seguramente una mala práctica de la empresa que cargaba a los choferes con dinero en efectivo de la recaudación, seguro para negrear. Pagaron el pato los compañeros que defendieron con su vida el dinero”.  

Piratería

El jefe de Policía, Gustavo Maslein describió cómo funcionan las bandas organizadas. Reconoció que en Entre Ríos, en una época hubo distintos episodios. “No había un cuerpo caminero fuerte. Operaban las bandas con cargas valiosas. Les interesaban cubiertas, agroquímicos, telas, celulares, zapatillas que venían de Brasil”, enumeró.  “Algunas bandas fueron desarticuladas. Tenían depósitos. Distribuían la mercadería en grandes centros comerciales”.

Las bandas de piratas del asfalto en nuestro país, siempre se movieron de la misma manera. Cuentan con una estructura piramidal, donde existe una cabeza que arma el robo según el costo y el beneficio. Los que dan la cara y cometen el hecho son los denominados gatilleros, que no conocen la estructura principal. Esos gatilleros, a la vez, cobran por robo perpetrado. Es decir que su actividad se limita a detener, abordar o cegar al camión, y conducirlo –por lo cual se transporta en otro vehículo al conductor-, hasta un punto de entrega determinado de antemano. Y en ese lugar es donde reciben su paga. Todo organizado sigilosamente, con un alto nivel de complejidad. De hecho, sus acciones son consideradas como delitos complejos, al nivel del narcotráfico, el abigeato o los secuestros extorsivos. 

“El juez de instrucción tenía amplios poderes pero la limitación que no podía actuar de oficio. O denunciaba un ciudadano o el Ministerio Público Fiscal”, dijo García Jurado.

“Buscábamos que no hubiese espacio de demora en lugares de control. Por eso la guía era rápida. Lo usábamos para que psicológicamente los camioneros supieran que estaba controlado”, acotó Marín.

Moschen contó que “tenían un gran poder logístico y de inteligencia previa. Sabían a dónde iban, cuando paraban, qué llevaban. Tomaban caminos alternativos. Tenían conocimiento pero llamaba la atención que pasaban seis o siete controles en la provincia y no los detectaban. Los camiones aparecían fuera de la provincia”, señaló. “No era gente liviana. La provincia es lo que se llama en la jerga, la ratonera porque en esa época tenía tres entradas. Sí o sí para salir de la provincia había que pasar por controles. Sabían cómo moverse, a la hora y en qué forma moverse. Tenían apoyo logístico. Cuando estaba Geuna de jefe habían hecho un grupo especial para controlar la 14 por la cantidad de estos delitos. Donde yo estaba, en Chajarí, los citricultores sufrieron mucho esto. Yo tenía que cuidar mi quinta”.

“Banda policial”

“Siempre sospecho que los hechos delictivos de los camiones fueron con una banda de la policía. De otro modo no se pudieron dar tantos con pocas entradas a la provincia”, subrayó Fiorotto.

El comisario retirado retomó el relato sobre el caso de pudieron desbaratar. “Como tardaba el allanamiento, nos quedamos haciendo guardia. Pedía que apuren el allanamiento. Casi pondría las manos en el fuego que había una banda policial que estaba filtrando la información y sacaba gente de los operativos para poder pasar con los camiones robados. Lo que me dijo el dueño del campo donde esperábamos es que un camión entró a buscar pollos. Cuando entramos no nos quiso abrir un galpón, después terminó abriéndolo y adentro estaba el camión un poco desarmado, querían desactivar la alarma. Eso me llevó a pensar que dónde estaba la filtración de las informaciones. Porque había superiores que me querían hacer salir del operativo”, describió.

Un transportista de una firma entrerriana dedicada a comercializar productos alimenticios salió con su carga de ese día. Llevaba totalmente cubierta la parte trasera de su camión Ford que debía entregar en un depósito en la provincia de Chaco. Cuando iba llegando a dicha provincia dos hombres frenaron su marcha y lo abordaron, pistolas en mano. Lo encañonaron y lo secuestraron. Lo privaron de su libertad al arrastrarlo a otro vehículo que el camionero no pudo recordar. Ni su marca, su modelo o su color. “Quedate piola, que tu camión  está por acá cerca”, le dijeron. Efectivamente, lo encontró a pocas cuadras, totalmente vacío. 

El chofer no terminó con secuelas físicas. Pero son varios los casos –incluso gente de Paraná y otros lugares de Entre Ríos-, que se vieron seriamente afectados por el accionar violento de los piratas del asfalto.  

“Había tres empresas brasileras muy importantes que trabajaban Brasil-Buenos Aires. Esas empresas, querían terminar con algunas empresas chicas que entraban. Esas chicas eran las que sufrían los robos. En las camineras, a los camiones de esas empresas grandes no se los paraba. Si había asalto a un camión brasilero, era un camión chico”, contó Fiorotto. “Por lo general era en Ruta 14. De golpe y porrazo, en  algún momento los hechos de camiones no ocurrieron más. La mayoría del personal policial sabía”.

“Por comentarios y  por la realidad histórica, cuando hay muchos casos porque indudablemente el sistema de control policial se afloja. Además, la importancia y actuación de la Policía no es responsabilidad de la Policía sino del político y gobierno de turno”, evaluó García Jurado.

La vez que la Policía y la justicia pudieron interceptar a los piratas del asfalto, pudieron observar el poderío logístico con que realizan sus atracos. Recientemente, en el depósito de una banda de la provincia de Buenos Aires –donde más se producen los hechos-, encontraron siete celulares, computadoras, armas de fuego, herramientas y uniformes de la Policía Federal, como así también balizas, que les servía para, por ejemplo, montar un falso control. También se hallaron inhibidores de señales para bloquear pedidos de auxilio desde celulares o sistemas de alerta. Esto corta todo contacto entre un camión robado con la central que ejecuta su rastreo. De esta forma, los piratas del asfalto sacan el camión de su ruta, y se llevan el cargamento, sin ser detectados. La Máquina, tal como la denominan en la jerga delictiva, funciona como un bloqueador de teléfonos celulares que utilizan algunos Casinos, Bancos y Cines. La Máquina no sólo deja a ciegas a la empresa de rastreo que monitorea desde la central de control, sino que, además, la deja sin la posibilidad de accionar los dispositivos de seguridad. El camión desaparece de la pantalla de la computadora, se transforma en un fantasma. Así, los delincuentes ganan el tiempo necesario para hacerse con la carga, sin correr peligro de que la policía los atrape en ese momento. 

Medidas y resultados

Los casos de piratas del asfalto prácticamente desaparecieron por completo en Entre Ríos. A veces se registraron hechos aislados en el sur de la provincia, pero siempre terminaron con la misma resolución: un camionero, intentando instalar un delito, pero a las horas la Policía y la justicia puede comprobar que en verdad fue una farsa. El camionero, esas instancias, siempre termina confesando que era un ardid para beneficiarse, pero no había detrás piratas del asfalto. No obstante, los camioneros entrerrianos siguen sufriendo situaciones de violencia en diferentes puntos del país. En especial en la provincia de Buenos Aires o en el norte de nuestra Argentina.  

Las pérdidas económicas por el accionar de los piratas del asfalto siempre se terminaron solucionando de una u otra manera. Lo que no tuvo solución fueron las pérdidas de tantas vidas o las secuelas físicas en muchos camioneros. Algunos quedaron discapacitados por heridas en piernas o médulas; en otro caso, como sucedió con un honrado y querido trabajador paranaense, el accionar violento e irracional de los piratas del asfalto en una provincia cercana, lo dejaron ciego para siempre. El Coqui perdió la vista y parte de su utilidad en este mundo injusto; pero no le pudieron robar la sonrisa y la fuerza para seguir luchando. 

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