Por Juan Cruz Butvilofsky (*)

En las últimas semanas se discutió sobre la presencialidad en las escuelas durante esta etapa de la pandemia. La discusión provincial fue condicionada por la discusión en el AMBA y en consencuencia por la grieta. Como en otros temas, abordar las problemáticas desde esa lógica binaria no resuelve nada y beneficia a los mismos de siempre. 

El gobernador Gustavo Bordet dispuso el cese de la presencialidad por 5 días en los 5 departamentos más poblados de la provincia. Todavía no se conocen los resultados de la medida, aunque el gremio docente AGMER haya solicitado que la medida sea por dos semanas en lugar de una. Veremos como resulta. 

Sin embargo, no necesariamente es todo o nada. Quizá este sea el momento en el que haya que comprender, de una vez por todas, que la nueva normalidad implica incluir los matices hasta tanto se resuelva el problema. Si el problema es dinámico, las respuestas deben tener la capacidad de adaptación a cada circunstancia. Esto hace pensar en la posibilidad de combinar presencialidad y virtualidad en función de datos concretos. 

Al día de hoy hay alrededor de 2.650 contagios que tienen vínculo con el ámbito educativo. Esto no necesariamente implica que hayan sido contagios en el ámbito escolar. Es necesario aclarar que ese total no corresponde a la totalidad real de casos, puesto que la carga de datos no siempre condice linealmente con lo que ocurre. 

De ese total de contagios, alrededor del 80% son personas adultas. Es decir, son docentes o personal no docente. De algún modo esto confirma que los contagios se dan con mayor frecuencia en adultos que en los adolescentes. Además, es una muestra de la problemática de la circulación que se genera: son los docentes los que deben trabajar en distintas escuelas para obtener un salario digno. 

Otro dato importante al que accedió ANÁLISIS es que de los estudiantes contagiados, la gran mayoría corresponden a personas que van a la secundaria. 

Este último dato habilita a pensar en que un esquema mixto que combine presencialidad en primaria y virtualidad en secundaria. Además esto ayudaría a descomprimir los establecimientos educativos en donde conviven más personas de las que deberían en el ámbito de la educación pública. Este esquema, incluso, puede ser el puente entre restricciones más estrictas y la restauración de la presencialidad. 

Pero a la hora de profundizar el camino de medidas "focalizadas, temporales e intensas" es necesario tener en cuenta otras dimensiones, principalmente la desigualdad y la brecha digital, que no es otra cosa más que una brecha de clase ¿Es lo mismo suspender presencialidad en escuelas cuyos estudiantes no tienen la plata que salen los datos móviles del celular? ¿Quiénes pierden el vínculo con la escuela por la brecha, volverán a escolarizarse cuándo todo se normalice? ¿No debería aplicarse la virtualidad en sectores que pueden garantizar conectividad a pesar de la queja de algunos padres?

A un año y algunos meses de pandemia en nuestra provincia, la realidad es compleja y por lo tanto, la toma de decisiones también lo es. Hay signos que muestran el aprendizaje respecto a lo que sí y lo que no comparado con el año pasado.

De nuestra parte, creo que todavía falta que muchos hagan un esfuerzo por entender lo que nos está pasando.

(*) De ANÁLISIS