Por J.C.E. (*)
El femicidio de Julieta Riera no debería ser el último porque ninguno debió ser el primero.
Si bien es potestad de los jóvenes (y no tanto) decidir con quién llevar adelante una relación de pareja, también es su responsabilidad determinar quién exactamente está a su lado y a la hora de los proyectos evaluar cuánto tienen de viables y cuánto de fantasías a primera vista irrealizables. Sería interesante también detenerse en las reacciones intempestivas de la pareja ante los ocasionales inconvenientes de la vida diaria.
El amor, si es que de eso hablamos, no debe ser un ejercicio de aportar y soportar. No puede ser una sola espalda la que cargue con el peso completo de la relación. De ser así se caería en un servilismo severamente desaconsejable.
Habría que ser buen psicólogo para interpretar los mecanismos que llevan a algunas mujeres –en su mayoría jóvenes- y sin demasiada trayectoria amorosa a anteponer lo que entienden como valores del amor por encima de cualquier dificultad sin reparar en la gravedad por la que atraviesan.
Decir que todo esto viene ocurriendo desde hace años y con resultados nada halagüeños, no debería ser una novedad para nadie, pero mucho hace entrever que sí lo es para las víctimas, o al menos para la mayoría de ellas.
Tanto espacio le hemos dedicado a la pandemia y a su consecuencia, la cuarentena pero inexplicablemente pasamos por alto una derivación respaldada por hechos indiscutibles. Hablamos de los femicidios en cuarentena.
Un mes atrás un medio gráfico cordobés del Grupo Telecor consignaba que en la Argentina la mitad de los femicidios de 2020 ocurrieron durante la cuarentena. Hubo 68 asesinatos de mujeres hasta esa altura del año, (este número ya ha sido superado) de los cuales 34 fueron en aislamiento.
La legisladora porteña Laura Velasco, de Somos Ciudad en el Frente de Todos, entiende que sería muy importante que se pueda avanzar y que haya presupuesto y recursos específicos para abordar la violencia de género como pandemia dentro de la pandemia; es decir, que dentro de las medidas que hoy se están tomando por la emergencia sanitaria por coronavirus haya presupuesto y políticas públicas específicas para prevenir, sancionar y erradicar la violencia hacia las mujeres y mujeres trans”.
En la Ciudad Autónoma, en tanto, se escuchan quejas de mujeres que llegadas a la situación límite donde la expectativa de vida pierde buena parte de su valor a manos de los femicidas, hay teléfonos publicados por el Estado para reclamar asistencia urgente con los que no logran comunicarse. Póngase el lector en la situación de angustia e indefensión de quienes saben que están a minutos –si no segundos- de perder la vida.
Según los expertos, Julieta Riera luchó por su vida. Las marcas halladas en su cuerpo y los destrozos encontrados en el departamento que compartía con el sospechoso de haberla arrojado al vacío tal vez en estado de inconsciencia provocado por asfixia mecánica, dan para los entendidos, valiosos testimonios del combate que Julieta (24, un hijo) y su supuesto ejecutor Jorge Julián Christe (31) protagonizaron el 30 de abril último en un departamento del octavo piso que compartían en un edificio de la peatonal San Martín de Paraná
Lo que viene ahora son diligenciamientos judiciales y según publica Clarín, por el sistema del Poder Judicial de Entre Ríos en 90 días la causa podría estar elevada a juicio y Christe condenado a prisión perpetua. Se trata del cuarto femicidio en esta provincia en lo que va del año y el segundo desde que se decretó el aislamiento.
Datos del Observatorio Ahora que sí nos ven, dan cuenta que hasta el 30 de abril en Argentina hubo 117 femicidios, uno cada 18 horas. Mientras que todos los delitos se mantuvieron a la baja, desde que se decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio fueron 36 las mujeres que murieron víctimas de violencia de género.
Sin dudas hay material para que las autoridades trabajen, se ocupen y tomen decisiones superadoras.
El coronavirus no es el único problema mortal al que nos enfrentamos, también están los femicidios. Eso, claro, sin contar el dengue.
Por último, sería interesante que la condición de jueza de Victoria Stagnaro, madre del supuesto femicida alojado en la Alcaldía de Tribunales de Paraná, y que ya estuvo procesado por desobediencia judicial 10 años atrás, no active los mecanismos corporativos de la Justicia y que todo el proceso pueda desarrollarse en un clima de probidad indubitable.
(Fuentes Infobae – Clarín – Telecor)
(*) Especial para ANALISIS