Caso Barrientos: dos hombres con pedidos de captura por "evidencias concretas"

José Amado

Diego Germán Costa, de 38 años, con una condena por homicidio, y Juan Sebastián Gomila Bordiga, de 27 años y sin antecedentes computables, son los dos hombres que al menos deberán explicar qué hacían en la banda de los sicarios que en la tarde del 18 de febrero pasado asesinaron a Gustavo "Petaco" Barrientos. Son los primeros dos nombres que surgieron en la compleja investigación por el crimen del exlíder de la Barra Fuerte de Patronato, con "evidencia concreta" sobre su participación en un homicidio con características casi sin precedentes en la provincia, según confirmaron fuentes judiciales a ANÁLISIS.

Los investigadores de la División Homicidios y el fiscal de Diamante Gilberto Robledo llegaron a ellos luego de tres meses de análisis de información de todo tipo y de vigilancias en los domicilios que suelen frecuentar: en Laguna Paiva, ubicada 40 kilómetros la norte de Santa Fe, y en las localidades bonaerenses de Moreno y José C. Paz.

El viernes de la semana pasada, tal como se informó, los policísa irrumpieron a las 5.30 de la mañana en esas viviendas de ambas provincias vecinas, pero no encontraron ni a Costa ni a Gomila Bordiga. Los dos tienen ahora pedido de captura nacional e internacional.

Cuentan con amistades en la Policía de Santa Fe, que fueron investigadas, pero sin hallarse pruebas para poder involucrarlas en el plan criminal en el que utilizaron armamento y chalecos de la fuerza de seguridad santafesina.

Ahora la investigación tiene dos carriles: uno es encontrar a los prófugos; otro es identificar a los restantes integrantes de la banda de sicarios. Hay al menos tres nombres bajo la lupa, pero las novedades se harán esperar, como cada paso con pie de plomo que dan los investigadores.

El crimen

Ocho hombres franquearon la puerta sin traba de seguridad, irrumpieron en el interior de la casa y uno de ellos terminó con la vida de Barrientos con cuatro disparos. Uno de ellos le ingresó por un brazo y el plomo recorrió el cuerpo hasta alcanzarle el corazón. Otro le atravesó una mano, un singo de un intento de defensa de Petaco que no era más que instinto de supervivencia a una muerte que ya estaba decretada.

Los asesinos se subieron a la camioneta, retomaron la ruta 11 hacia el sur, ingresaron al acceso a Puerto Alvear, recorrieron el camino de tierra hasta que el vehículo sufrió un desperfecto eléctrico. Debieron continuar a pie, cargando bolsos pesados, hasta la orilla del río Paraná. Allí los esperaba una embarcación en la que huyeron con un destino incierto, pero muy probablemente hacia el norte y luego navegaron hasta Santa Fe, posiblemente en la zona de Alto Verde.

Los primeros sospechosos

Sin rastros de los sicarios, en los primeros días de la investigación se barajaron distintos nombres sobre los posibles instigadores, los sospechosos de siempre del narcotráfico local y regional, exsocios heridos tras la ruptura de relaciones con Barrientos, personas del entorno personal de Petaco y hasta algún vuelto de su época de peligrosas relaciones políticas.

Luego de tres meses de silencio, llegaron los primeros allanamientos, en mayo, en la ciudad de Santa Fe, concretamente en barrios de la zona norte y en la cárcel de Las Flores. La línea de investigación de estos procedimientos apuntaba al entorno de un conocido narco santafesino, radicado hace unos 15 años en Paraná, con condenas por robos violentos, considerado el principal proveedor de cocaína de Entre Ríos y con sobrada capacidad económica para pagar el encargo criminal.

Apuntaban a tres personas, pero no hubo detenidos, y la investigación volvió al terreno del análisis de datos, de pericias telefónicas e informáticas, de las averiguaciones en la calle.

La nueva pista

En junio surgió otra pista: los análisis de las evidencias levantadas por Criminalística y los datos surgidos de pericias a celulares, cruzados con la información aportada por cámaras y testigos, ciñeron las sospechas sobre dos hombres con la suficiente certeza para sostener que participaron del ataque homicida contra Barrientos.

Así llegaron a Costa y a Gomila Bordiga, quienes ahora están escondidos. Se sabe que no es fácil permanecer prófugo de la Justicia, pero se trata de personas que pueden acceder a recursos para financiar no sólo la logística para mantenerse ocultos sino también con posibilidades y contactos para emigrar a países limítrofes.

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