Por Martín Barral de la redacción de El Miércoles de Concepciòn del Uruguay especial para Análisis Digital
En una maratón sorpresiva, el Ejecutivo Municipal uruguayense clausuró e inhabilitó, prácticamente todos los locales de esparcimiento nocturno de Concepción del Uruguay, por incumplimiento en los plazos otorgados para adecuarse a los requerimientos de la ordenanza que regula la actividad. Indignación de los propietarios. Esta medida fue dispuesta "en cumplimiento de la Ordenanza Nº5129, aprobada a principios de 2003”, por lo cual caducaron las habilitaciones" para La Mora, Villa Pancho, El Riel, El Arca, Taj Mahal, Búfalo, Berlín, Café de la Plaza y sí, también la RyS.
La tarde del 19 de abril era tranquila. Esta vez el cierre del número 159 de El Miércoles no producía desesperación ni urgencias. Incluso varias páginas –entre ellas la tapa– ya estaban en el taller imprimiéndose. Una tranquilidad inusual. Entonces sucedió. Llamados telefónicos, avisos por el Messenger, correos electrónicos, todo servía para difundir la novedad: «¡Carrozzo cerró todos los boliches y pubs! ¡Hasta la RyS!»
Difícil de creer el rumor. Nueve locales comerciales cerrados.
Pero al comenzar a indagar por los medios oficiales –Municipio, Concejo, los dueños de los comercios– poco a poco nos confirmaron la novedad. El Departamento Ejecutivo Municipal había decidido, "en cumplimiento de la Ordenanza Nº5129, aprobada a principios de 2003, la caducidad de las habilitaciones" para La Mora, Villa Pancho, El Riel, El Arca, Taj Mahal, Búfalo, Berlín, Café de la Plaza y sí, también la RyS.
Pero ¿qué era lo que había pasado? Según el comunicado del DEM, luego de que se cumplieran varios plazos que el Municipio le había otorgado a los comercios del ramo para ponerse en regla y como durante las inspecciones, lideradas por el Licenciado en Siniestros y jefe de bomberos de Concordia, Jorge Bonnet, desde 2003 hasta fines de 2004, se constataron que seguían faltando reformas que aseguren "condiciones mínimas de seguridad contra incendio y evacuación": Buenas salidas de emergencia, los baños requeridos y los planos para determinar las capacidades máximas de cada local.
Siguiendo con el comunicado del Municipio, después de que finalizara el segundo plazo para las refacciones (febrero de 2005), se notificó a los comercios en marzo que recomenzarían las inspecciones y ante los masivos incumplimientos, se decidió dejar transcurrir otros 90 días. El 31 de marzo, el jefe del Departamento Policía Municipal elaboró un informe sobre las transgresiones de los boliches, pubs y confiterías y sugirió «la inhabilitación o cierre temporario de los referidos locales, hasta que se adecuen a las exigencias, por hallarse en juego la preservación de bienes jurídicos esenciales como la vida y la salud».
A todo esto, y como reacción inmediata, los propietarios de los establecimientos afectados se reunían en las instalaciones de El Arca, para improvisar una conferencia de prensa. Allí estaban todos, a excepción del propietario de La Mora –un conocido amigo de la gestión– y mostraron su indignación por las clausuras, alegaron que la comisión integrada por bomberos les aprobó las reformas, y agregaron: «Las inspecciones fueron totalmente arbitrarias, porque nos aprobaban a uno una cosa y al otro algo diferente. Ahora las clausuras son de prepo, con una Ordenanza reformada sin aviso (por la 6836) y que se habían comprometido con el secretario de Gobierno, Luis Carrozzo, para discutir el tema, porque eran exigencias incumplibles, con el agravante que Bomberos nos entregó informes positivos, pero ellos y el Municipio no están de acuerdo». Varios de ellos hablaron, literalmente, de «una traición» de parte del secretario de Gobierno.
Los comerciantes aprovecharon para insistir con sus objeciones históricas: aseguraron que con el ancho de pared que les exige el DEM, no se pueden poner puertas ni ventilación, y eso haría imposible otras reformas que les piden. También dijeron que la Ordenanza por la que se dictaron las clausuras «está copiada de una de Gualeguaychú, pero como es incumplible allá no se aplica». Los más mesurados entre ellos esperan una instancia de diálogo que permita superar esta situación.
Otros comenzaban a medir las pérdidas económicas debidas a esta clausura e inhabilitación. «Más de cien personas –argumentaban– quedan en la calle en forma directa, sin contar proveedores, seguridad y demás». Mientras tanto, a medida que se esparcía el rumor por la ciudad, no eran pocos los que se preguntaban qué hacer ahora, durante el fin de semana.