¿Versión reciclada de la década infame?

Luis María Serroels, especial para ANALISIS DIGITAL

El 25 de marzo de 2004, en una ceremonia llevada a cabo en el Colegio Militar de la Nación y por orden del presidente Néstor Kirchner, el jefe del Ejército Teniente General Roberto Bendini procedió a descolgar los retratos de los ex directores de ese instituto de formación castrense, Jorge Rafael Videla y Reynaldo Benito Bignone. Se trató de un acto de alto significado simbólico, con dardos dirigidos a personajes ya sentenciados, sin vigencia y muy distantes, atrapados por la condena y el desprecio de la sociedad. Los jefes y efectivos allí presentes nada habían tenido que ver con los vandalismos ocurridos entre 1976 y 1983, pero el gesto fue un mensaje de advertencia.

Cuando la gestión kirchnerista finalice, no serán pocos los retratos y placas que deberán bajarse de las paredes en aras del desagravio. Nominaciones graciosamente estampadas en obras públicas realizadas con trámites no siempre transparentes y pagadas con el esfuerzo aporte de los contribuyentes -que el poder sólo debe administrar para destinar al progreso colectivo-, resultan inapropiadas. La falta de recursos para garantizar la capacidad disuasiva y defensiva de nuestras Fuerza Armadas, mientras el presupuesto destinado a Fútbol para Todos este año roza los 1.500 millones de pesos, más el hecho de que se acaba de aumentar el gasto en Publicidad Oficial con 1.350 millones, indica la discrecionalidad con que se encolumnan las “prioridades”. Recordemos que del Tesoro nacional salen diariamente 2 millones de dólares para equilibrar las pérdidas de la empresa aérea estatal.

Revisar todos los aspectos relevantes de esta historia demandaría mucho espacio, pero las menciones que haremos serán suficientes para advertir de qué modo se ofendió a la democracia y defraudó a la comunidad nacional con latrocinios, enriquecimiento mal habido, crecimiento patrimonial sin límites y agresiones de toda índole contra quienes encarnan la diversidad ideológica y el pensamiento político diferente.

Las más diversas vías de corrupción al mejor estilo mafioso se denunciaron públicamente y recalaron en los estrados judiciales, aunque sufriendo la indolencia y el sospechoso desgano de algunos jueces. Valga mencionar un puñado de casos testigos.

Fondos misteriosos

Sabido es que a Néstor Kirchner ni a su esposa jamás se logró sacarles la información sobre el destino de 507 millones de dólares de fondos de Santa Cruz transferidos al exterior (sucedió cuando ambos erigían a Carlos Menem como el mejor presidente de la historia). Hoy sigue siendo todo un misterio, como también la compra a precio vil de terrenos fiscales en El Calafate por el matrimonio, parientes y amigos, luego vendidos a valores siderales.

Pero hay un personaje que quedó a merced de la justicia por sus manejos y por su condición de recaudador de las campañas de Kirchner en 2003 y de Cristina Fernández en 2007, aprovechando su particular capacidad de disuasión para obtener recursos del sector privado. Nos referimos a Héctor Cappacioli, quien llegó a ser Superintendente de Servicios de Salud y en cuyo carácter se manejó directamente con farmacias y laboratorios, amén de la irregular distribución de subsidios a las obras sociales de los gremios.

El caso es que este ex operador radial protegido de Alberto Fernández en la puja interna con el ministro Ginés Gonzáles García y el principal reclutador de aportes empresariales “voluntarios”, está imputado por graves irregularidades y procesado por defraudación, asociación ilícita y encubrimiento de lavado de dinero para la campaña de Cristina. Se le acusa además de malversar 48 millones de pesos destinados a obras sociales sindicales, en un escándalo que estalló en 2011 y abrió cauce a escandalosas revelaciones.

Drogas, negocios turbios y muerte

Está en tramo final el juicio oral y público contra dueños de empresas farmacéuticas que ingresaron al país 15.000 kilogramos de droga. Se trata específicamente de la efedrina –que se derivaría luego al narcotráfico- por cuya mega importación entre 2006 y 2008 hay media docena de imputados que podrían sufrir condenas muy fuertes. La efedrina es un precursor químico para producir metanfetaminas y en la autorización del Sedronar habría intervenido su Secretario y ex gobernador de Santa Cruz, José Ramón Granero, un viejo amigo de Néstor Kirchner, aunque aparecen otros nombres salpicados por este asunto. Algunos datos indican que el desvío de efedrina hacia el narcotráfico ascendió a 40 toneladas y que no faltaron ciertos stocks de medicamentos de base que resultaron truchos.

Pero lo más grave fue que de todo esto tuvo conocimiento Néstor Kirchner y que en la causa se cita que uno de los principales involucrados habría efectuado llamados a líneas de la Casa Rosada.

La dimensión de estos delitos llegó a límites inusitados por las derivaciones mafiosas que tuvo al registrarse el llamado Crimen de General Rodríguez. El 13 de agosto de 2008 aparecieron en un zanjón a unos 650 metros de la Ruta 24, los cadáveres de Sebastián Forza, Leopoldo Bina y Damián Ferrón, víctimas de una clara ejecución. La autopsia reveló que la muerte se había producido seis días antes.

La China “solidaria”

Tras la reciente visita a nuestro país del presidente de China, Xi Pinjin, se produjo un estallido de euforia kirchnerista a través de emisarios aleccionados que nunca dijeron cuál sería la contraprestación de favores y concesiones recíprocas. Después de acceder a las revelaciones del programa de Jorge Lanata en torno de las relaciones comerciales entre ambas naciones, uno llega a desear que por favor no nos ayuden tanto.

Es que al observar detalles de las últimas operaciones, resulta ridículo que nuestras autoridades llamen al país asiático “socio” y a su apertura como una gran noticia para los argentinos, porque en realidad la muy buena noticia termina siendo para los chinos. Y porque a la luz de las referencias mostradas por Lanata -de las que muchas ya se conocían- estamos ante un fenomenal engaño de los tantos que el establishment lanza en su búsqueda de adhesiones.

A la explotación de hierro bajo un régimen de grandes facilidades (devolución del IVA y estabilidad fiscal) de una empresa china en Sierra Grande (hoy abandonada) e inversiones no consumadas, se le añade el vergonzoso negociado con la compra directa de coches ferroviarios con sobreprecios, incluyendo partes que se fabrican en nuestro país a un costo fuertemente inferior.

Vagones, máquinas y hasta butacas confluyen en actos cargados de corrupción, donde no quedan al margen ni los “durmientes” de hormigón (se traerán 2.800.000 unidades cuyo valor será de U$S 249 millones, siendo que en nuestro país existen 5 fábricas que cotizarían un 35 % por debajo). ¿Así se protege nuestra industria nacional?

Si se hubiera al menos leído el plan de recuperación ferroviaria que elaboró el equipo de Fernando Solanas –rediseño de las redes con alto sentido integrador, fabricación de trenes y reactivación de talleres- a un costo que era menos de la mitad del faraónico Proyecto Tren Bala, el nuevo proyectil de la impunidad, otra sería la historia.

Nuestros funcionarios adquirieron vagones para funcionar a cielo abierto y ahora se encuentran con que no podrán integrarse al sistema de soterramiento en marcha. Y encima hubo que remodelar estaciones debido a la diferencia entre el piso de las unidades y el de los andenes. Este “pequeño” detalle costó al Tesoro 263 millones de pesos.

Reponer butacas cuyo deterioro es previsible, costará unos 400 dólares cada una, siendo que en nuestro país se consiguen por ¡400 pesos! ¿Quiénes fueron los expertos del gobierno que estudiaron las condiciones antes de decidir la compra sin proceso licitatorio?

La sonrisa de Xi Pinjin y su comitiva de 200 empresarios era explicable. Un consorcio entre la empresa nacional Electroingeniería (la mimada beneficiaria de las mayores obras encaradas por el actual gobierno) y la china Gezhouba Group Corporation, se encargará de construir las represas Kirchner y Cepernic con un presupuesto de U$S 4.800 millones financiados por un grupo de bancos chinos.

Según las usinas oficialistas estamos pasando una auténtica primavera, aunque la nieve nos llegue a los tobillos. Se amasan grandes pasteles donde muerden muchas dentaduras pero, como decía Abraham Lincoln, “se puede engañar a todos un tiempo o a algunos todo el tiempo, pero nunca a todos todo el tiempo”.

El modelo se derrite como manteca bajo el sol, pese a lo cual los candidatos K a suceder a la actual presidente (entre ellos un nostálgico gobernador con sueños frustrados y aplausos garantizados en las cadenas nacionales) se pelean por ser la continuidad. La marea del default se desplaza y el desbarajuste económico y social no se puede disimular.

La ministra británica de Cultura, María Miller, debió renunciar por falsa rendición de gastos por 7.000 euros (menos de 80.000 pesos). La presidente brasileña, Dilma Rousseff, echó varios ministros por corrupción y al principal, José Dirceu, por el Caso Mensalao se lo envió a la cárcel a cumplir 10 años y ocho meses (es un amigo personal de Lula Da Silva). Además hubo purga en el sector del Transporte y fueron separados de sus cargos 38 funcionarios del área de Turismo.

En Argentina, los corruptos del poder son cuidados y protegidos por orden de la jefa del Estado. El caso Boudou es un sello registrado cuyo desdoro nos avergüenza ante el mundo. Mientras tanto se investiga un faltante de 650 millones de pesos en el programa Fútbol para Todos que, al final, pasaría a llamarse Dinero para Algunos (bolsillos) sin rendir cuentas

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