El documento, signado por el subsecretario de Cultura de Entre Ríos, Roberto Romani; y por Damián Capdevila y Jantus -estos dos últimos, directores de las instituciones que preservan la memoria documental de ambas provincias- consta de nueve puntos. El convenio, que inicialmente comprende un período de tres años, otorga un marco institucional que posibilitará trabajar de manera articulada en la elaboración y desarrollo de políticas conjuntas.

El acto, que se desarrolló en la sede del Archivo Histórico, es la culminación de una serie de gestiones que comenzaron hace ya más de dos décadas. El final del proceso, exitoso por cierto, abre un nuevo panorama para el trabajo en colaboración y, a la vez, señala un rumbo para imitar en el resto del país, ya que es prácticamente inédito.

“Se trata de aportar a la colaboración para que dos provincias puedan completar documentación de una parte fundamental de su historia”, agregó Jantus en declaraciones a El Diario.

En tal sentido, el funcionario correntino agregó que la iniciativa permitirá un intercambio -en formato digital- de textos, cartas, disposiciones legales y otra documentación mantenida entre ambas ciudades en momentos del período en que Francisco Pancho Ramírez conformó la República de Entre Ríos.

Apertura

¿Por qué es posible llegar a este acuerdo en este momento?

Para Jantus la posibilidad existe a partir de un cambio en la perspectiva acerca del rol y el lugar que deben ocupar los archivos en la sociedad. Y está en sintonía con la revalorización de la memoria histórica.

“De lugares cerrados, ocupados para depositar documentación relevante, accesible a un grupo selecto de especialistas e investigadores que escribían una versión altamente elaborada de la historia, actualmente tenemos una realidad que nos indica que los archivos deben ser lugares abiertos a la comunidad, que deben ampliar su base de consultas”, afirmó. “Esto supone por otro lado la adquisición de medidas para proteger y preservar valiosa documentación, con lo cual deben, necesariamente, incrementarse las medidas de seguridad, que deben ser exhaustivas y, por otra parte, trabajar para que el material se conserve en las mejores condiciones y no se deteriore con las consultas”, adelantó. “Para ello se trabaja en el paso al formato digital”, agregó.

Para Jantus, la seguridad es fundamental. Y en ese sentido dio un ejemplo ínfimo, pero que permite comprender la magnitud del asunto. “Actualmente los libros parroquiales de la Catedral de Corrientes, que registran bautismos, casamientos, defunciones, arrancan en 1700. Sin embargo, sabemos que los registros comenzaban con la erección del primer templo, en la fundación misma de Corrientes, dos siglos antes. Ese material invalorable por su contenido, ha desaparecido”, recordó.

Para reconstruir esas lagunas y resolver falencias, “los archivos deben trabajar de forma articulada, de modo de complementarse lo cual permitirá avanzar en los estudios y contextualizar cruzando informaciones”, sostuvo Jantus.

Para Entre Ríos, el acuerdo es un paso adelante en una política de recuperación de valiosa información que sólo estaba disponible, hasta hace poco más de un año, en forma parcial y fragmentaria en el Archivo Histórico.

Reconocimiento

Al señalar la importancia del acuerdo, Romani hizo un público reconocimiento “a las autoridades del gobierno correntino y particularmente del Archivo Histórico de dicha provincia, quienes en un gesto que agradecemos sinceramente nos permiten incorporar definitivamente a nuestro Archivo Provincial antecedentes históricos”.

Entre los puntos, el acuerdo establece, en líneas generales, el intercambio de información científica, cultural y técnica y señala que se promoverán acciones de cooperación entre ambas instituciones para aportar al desarrollo de la cultura nacional.
Se destaca asimismo la posibilidad de encarar publicaciones compartidas y de generar una circular que periódicamente informe sobre novedades y hallazgos a investigadores, estudiosos y público en general.

El texto avanza también en la intención de establecer acuerdos para llevar adelante actividades de investigación conjunta y de la presencia de investigadores en ambas instituciones con fines de estudio.

El convenio apoya más adelante otros aspectos como la publicación de trabajos en común y promueve el estímulo a la formación de centros de estudio e investigación “de carácter regional, subregional y local”, así como el intercambio de documentación.

Avances sobre la vida de un pionero

Uno de los primeros avances concretos que podrá realizarse a partir del acuerdo e intercambio de documentación, será aportar mayores precisiones al estudio sobre la vida de Pablo Areguatí, primer administrador de las Islas Malvinas. Este guaraní -cuya descendencia habita hoy Entre Ríos- había nacido en la misión de San Miguel Arcángel y realizó una carrera en distintos estamentos de la administración con lo que llegó a Buenos Aires. Y desde allí fue enviado a las Malvinas, años antes que Vernet.

No era Areguatí un misionero más, sino que formaba parte de una cierta elite existente entre los guaraníes y conformada por aquellos que tenían acceso a los puestos de la estructura colonial local, por ejemplo miembros de los cabildos. Pablo provenía de una familia tradicional en San Miguel Arcángel. Este poblado formaba parte del departamento de San Miguel, también conocido como las Misiones Orientales.

Colegio San Carlos. Merced a su posición familiar, es que habría logrado ingresar en el Colegio de San Carlos de Buenos Aires, quizás la más importante de las escuelas del virreinato. Ya de regreso en su región de origen, lo sorprendió la invasión lusitana sobre las Misiones Orientales de 1801, que forzó el exilio de numerosos guaraníes hacia los pueblos de la costa occidental del río Uruguay. Areguatí, junto a su familia se asentó en Mandisoví.

Allí lo encontró la revolución y el paso de Manuel Belgrano, quien lo nombró alcalde y comandante de milicias del pueblo, lugar desde el que colaboró con información sobre los movimientos de los portugueses.

Posteriormente se vinculó a los porteños y el Director Supremo Gervasio Posadas lo ascendió, en julio de 1814, a capitán de milicia.

Cuando en la década de 1820 el gobierno de la provincia de Buenos Aires comenzó a mostrar cierto interés por las posibilidades económicas del mar argentino, el tema de las Malvinas (que administrativamente dependían de Buenos Aires) se instaló como un problema a resolver. La mejor forma de ocuparla, era a través de alguna explotación comercial que pusiera en movimiento a las islas y que garantizara la presencia humana indispensable para argüir derechos soberanos sobre ellas.