La entrañable pianista argentina cumplió 80 años el pasado 5 de junio.
La última visita de Argerich a Entre Ríos fue en el 2018. Junto a la Orquesta Sinfónica de Entre Ríos brindó dos espectáculos: uno en el Centro Provincial de Convenciones (CPC), en Paraná y otro, en la Basílica de la Inmaculada Concepción, en Concepción del Uruguay. Ambas presentaciones fueron con entrada libre y gratuita. Rápidamente las localidades se agotaron y la artista se mostró ante auditorios repletos de un público que no paró de sorprenderse.
La pianista cumplió 80 años el pasado 5 de junio. A la espera de volver a habitar los escenarios, un repaso de su vida, su carrera, su compromiso con la difusión de la música clásica de una artista que estremeció al mundo entero.
Martha Argerich, la inconmensurable
A sus cinco años, ya había comenzado con las primeras clases de piano, junto al maestro Vincenzo Scaramuzza, quien quedó asombrado por la destreza que la pequeña ya demostraba frente a las teclas. No pasó mucho tiempo para que se presentara por primera vez en público. A partir de allí, entre partituras, notas y melodías, se abrió camino como una de las mejores intérpretes no solo de la Argentina, sino también del exterior.
Nació el 5 de junio de 1941, en Buenos Aires. A los catorce años, en 1955, viajó a Europa para continuar sus estudios musicales: lo hizo en Inglaterra, Austria y Suiza. Solo dos años después, ganó las competencias de piano de Bolzano y Ginebra y, en 1965, el Chopin Internacional de Varsovia. Fue durante esta época que el nombre de Martha Argerich se hizo escuchar en los círculos más destacados y prestigiosos de la música europea.
Entre su repertorio se incluyen piezas de compositores como Bach, Bartok, Beethoven, Messiaen, Chopin, Schumann, Liszt, Debussy, Ravel, Franck, Prokofiev, Stravinski, Shostakovitch y Tchaikovski.
Argerich también grabó para los sellos EMI, Sony, Philips, Teldec y DGG innumerables discografías; realizó diversas actuaciones para la televisión de todo el mundo y, desde 1998, llevó adelante la dirección artística del Festival Beppu en Japón. Un año después, creó el Concurso Internacional de Piano, el Festival Martha Argerich en Buenos Aires y, en 2002, el Proyecto Martha Argerich en Lugano. El mundo no dejó de reconocerla: premio Konex de Platino, a la mejor pianista de la historia (1989). Premio Konex de Brillante a la personalidad más destacada de la música clásica de la década (1989-1998); Premio Asociación Japonesa de las Artes; ganó tres premios Grammy (2000, 2005 y 2006); Premio Kennedy, otorgado por el presidente de Estados Unidos Barack Obama (2016); Orden al Mérito de la República Italiana en grado de Comendador (2018), entre tantos otros.
Argerich se fue del país cuando tenía 14 años y solo volvió esporádicamente. El francés fue la lengua que más dominó para acercarse a Europa, la tierra de muchos de los mejores compositores de occidente.
Allí en Europa también tuvo a sus tres hijas: Lydia, la mayor y violinista, fruto de su unión con el director de orquesta chino-suizo, Chen Liang Sheng; Annie, hija del también director y violinista, Charles Dutoit, y Stephanie, la menor y cineasta, hija del pianista Stephen Kovacevich. Stephanie, en su ejercicio cinematográfico, presentó en el Festival de Cine de Roma su ópera prima: Bloody Daughter, en la que representa algunas de las facetas de la vida de su madre.
En los últimos años, según Stéphanie Argerich (hija de menor de la pianista), le atrae “acercarse a sus orígenes: hace unos años se puso a tocar tangos y está más en contacto con Latinoamérica, haciendo música o viajando. Dice que aquello es más divertido que Europa”.
Fuente: Ministerio de Cultura de la Nación