La Pastoral Social de la Iglesia convocó a avanzar hacia una “economía con rostro humano”

El documento de la “Semana Social virtual 2020” de la Comisión de Pastoral Social del Episcopado Argentino, sugirió “poner el centro de la atención en las personas, en la dignidad del trabajo, en el diálogo, para una economía de la producción y el consumo antes que de la especulación”.

El documento de la “Semana Social virtual 2020” de la Comisión de Pastoral Social del Episcopado Argentino, sugirió “poner el centro de la atención en las personas, en la dignidad del trabajo, en el diálogo, para una economía de la producción y el consumo antes que de la especulación”.

La Comisión Episcopal de la Pastoral Social puso de relieve “la necesidad de una profunda conversión humanística y ecológica para construir una sociedad más igualitaria y avanzar hacia una economía con rostro humano”, a través del documento de cierre dado a conocer tras la última jornada de la ‘Semana Social virtual 2020”.

En el texto que surgió de lo expuesto en los paneles virtuales se expresa que esa “economía con rostro humano” debe “poner el centro de la atención en las personas, en la dignidad del trabajo, en el diálogo, para una economía de la producción y el consumo antes que de la especulación”.

En la jornada de cierre, desarrollada ayer por la tarde, expusieron la titular de la Anses, Fernanda Raverta; el senador nacional de Juntos por el Cambio, Martín Lousteau y el presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Miguel Acevedo, bajo el lema “Nadie se salva solo” y con la consigna “El día después: Pensando la reactivación económica”.

Durante la presentación, el legislador nacional consideró que la pandemia de coronavirus “puede ser una oportunidad para pensar en serio qué es lo que viene y para tener entre todos los sectores un diálogo más profundo”.

El ex ministro de Economía dijo también que “la clave es generar trabajo de calidad y cantidad, que haga a todos una vida más tranquila y más previsible” y que “está clarísimo que debido a la magnitud –de la pandemia-, hay que pensar en redistribuciones más justas y sustentables”.

“Hay una dimensión adicional que la pandemia nos obliga a abordar, que es la de un país más distribuido demográficamente, y tal vez se pueda instrumentar a partir del teletrabajo como una mejor forma en ese sentido, para redistribuir un poco eso”, añadió Lousteau.

Por su parte, Acevedo señaló que “hoy no podemos hablar de plan económico, pero si de un programa para ver cómo podemos contribuir a la salida a través del consenso” e insistió en que “si uno mira lo que es Buenos Aires (AMBA) y el interior, ve que hay una enorme desigualdad, y hay que ver cómo hacer para lograr un país más federal”.

A su turno, Raverta remarcó que “la pandemia puso sobre la mesa el enorme grado de desigualdad en la que vivimos los argentinos y las argentinas, pero también esa enorme necesidad de ser parte de una comunidad” y que “necesariamente vamos a atravesar un tiempo en que el Estado acompañe a los distintos sectores con políticas de asistencia”.

Tras las exposiciones, el arzobisno de Luján-Mercedes, Monseñor Jorge Scheinig, dio a conocer el documento en el que se vertieron las diferentes expresiones recogidas durante la ‘Semana de la Pastoral Social’, que por primera vez se realizó en formato virtual.

“Nos encontramos frente a esta pandemia, una suerte de noche, de tinieblas, todos en la misma barca; entendemos que estamos ante una tragedia, pero ésta debe ser una oportunidad de transformación por el interés de la comunidad”, expresó el documento.

Además, planteó: “Como escenario de salida pospandemia tenemos claro encontrarnos en un país con muchas dificultades, pero que necesita abrir nuevos caminos que superen el odio y los internismos, por ello es que también lo vemos como una oportunidad”.

En ese sentido, remarcó que es “una oportunidad en la cual el encuentro y el diálogo aparecen como imprescindibles para arribar a un gran acuerdo social y político, acuerdo que englobe el sistema educativo, judicial, energético, la matriz productiva, poniendo eje tanto en los mercados internos como externos”.

Mencionaron también que “aparece la oportunidad de recuperar el federalismo, salir de los esquemas de concentración capitalinos y volver a poner en valor la diversidad productiva y las potencialidades de las distintas regiones del país”.

“Ante este escenario inédito a escala global, como pastores a los que se nos confió esta tarea de iluminar la labor de la pastoral social del episcopado, abogamos para que trabajemos por la esperanza, teniendo siempre presente que si no hay esperanza para los pobres no la hay para nadie, concluyó el documento.

 

Texto del mensaje final

 

Una vez más nos reunimos en esta Semana Social, esta vez de modo virtual, en el contexto de la pandemia del COVID 19. El entorno digital permitió la participación de muchas personas de distintos lugares de nuestro país, a través de estas jornadas donde nuestro eje central fue discernir que “NADIE SE SALVA SOLO”.

Nos encontramos frente a esta pandemia, una suerte de noche, de tinieblas, todos en la misma barca, entendemos que estamos ante una tragedia, pero ésta debe ser una oportunidad de transformación por el interés de la comunidad.

Por ello pensamos que es necesaria una profunda conversión humanística y ecológica para construir una sociedad más igualitaria, avanzando hacia una “economía con rostro humano” que ponga el centro de la atención en las personas, en la dignidad del trabajo, en el diálogo, para una economía de la producción y el consumo antes que de la especulación.

Nos conmovieron los relatos sobre el comportamiento heroico que está teniendo nuestro pueblo a través de los comedores, escuelas, docentes, empresarios, dirigentes sindicales, políticos, jóvenes y el Ejército. Se trata de un momento de elección, un tiempo de prueba, donde tenemos que apostar a una profunda transformación de nuestra patria, teniendo presente que Tierra, Techo y Trabajo deben ser derechos sagrados y organizadores de la economía y la sociedad.

Escuchamos a los expertos en salud destacando que la pandemia ha impactado en todos los sectores sociales, pero, especialmente, en los barrios populares, para los cuales además serán más graves las consecuencias. Que el país no estaba preparado, como otros tampoco, para afrontar una contingencia de esa magnitud, pero se pudieron optimizar los recursos destinados a salud y valorizar el rol del hospital público como elemento fundamental, sobre todo para los sectores más carenciados.

Escuchamos también la gravedad de las consecuencias de la pandemia en la educación y la ciudadanía, al verificarse un aumento en la brecha social a consecuencia de la falta de inclusión digital y conectividad, circunstancia que revaloriza el acceso a Internet como “un derecho humano”.

Como escenario de salida pospandemia tenemos claro encontrarnos en un país con muchas dificultades, pero que necesita abrir nuevos caminos que superen el odio y los internismos, por ello es que también lo vemos como una oportunidad. Oportunidad en la cual el encuentro y el diálogo aparecen como imprescindibles para arribar a un gran acuerdo social y político, acuerdo que englobe el sistema educativo, judicial, energético, la matriz productiva, poniendo eje tanto en los mercados internos como externos. Que permita establecer modos de crecer la economía pero protegiendo el cuidado de la persona humana y el equilibrio ambiental, en el marco de un desarrollo sustentable como lo inspira Laudato Si. En este sentido es que también aparece la oportunidad de recuperar el federalismo, salir de los esquemas de concentración capitalinos y volver a poner en valor la diversidad productiva y las potencialidades de las distintas regiones del país.

Ante este escenario inédito a escala global, como pastores a los que se nos confió esta tarea de iluminar la labor de la pastoral social del episcopado, abogamos para que trabajemos por la esperanza, teniendo siempre presente que si no hay esperanza para los pobres no la hay para nadie.

Nos confiamos a nuestra Madre que, más que nunca desde Luján hoy nos dice: ¡Argentina! ¡Canta y camina!

Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.

 

Fuentes: en base a Télam y Aica.

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