Como lo anhelaba la Iglesia, el Gobierno ahora apela al diálogo, pero no como virtud sino como necesidad
Desde hace décadas, los presidentes argentinos repiten la promesa del diálogo. Una vez en el poder, lo desprecian. Javier Milei no fue la excepción. El resultado del 26 de octubre será decisivo para conocer su reacción.Por más que proclamen sus virtudes, el diálogo es despreciado en los hechos por los políticos argentinos. Es cierto que no por