“Marea disidente” tituló algún medio a la multitud de cuerpos que el sábado 11 de noviembre recorrió las calles de Paraná en el marco de la II Marcha del Orgullo Disidente. En un principio me hizo un poco de ruido el adjetivo, porque absolutamente todos somos disidentes con respecto a algo. Después me di cuenta de que la praxis se construye desde la inclusión de todas esas disidencias, establecidas más acá o más allá de alguna norma: si todos somos disidentes con respecto a algo es necesario sumar el cuerpo a la apropiación simbólica de una geografía, porque cada cuerpo agrega a esa marea, porque ya no es la gota que horada la piedra sino la marea que arrasa significaciones.

Mientras el responsable de esta columna andaba de viaje sucedieron tantas cosas que es imposible seguirles el ritmo. Pero hay una cosa que no cambia: la profusión de evidencias de que la contaminación mental de los funcionarios les impide entender los procesos que verdaderamente afectan la salud de las poblaciones a las que ellos deberían atender entre sus obligaciones. Una de ellas motivó una marcha en la capital provincial este martes, pero difícilmente a los funcionarios les quite el sueño: ya se sabe, quienes reclaman por los efectos deletéreos de los agroquímicos son “hijos de la ideología”.

En lo que va de 2017, una sola sesión de la Cámara de Diputados pudo celebrarse con la totalidad de los legisladores presentes. Las inasistencias al recinto preocupan especialmente en el caso de dos diputados oficialistas. No obstante, el grueso de las faltas se registra en el otro elemento importante del trabajo legislativo: las reuniones de comisión. Un repaso por las actas publicadas en la web del cuerpo muestra de todo un poco. Hay diputados que no van a las sesiones, pero trabajan bien en comisión, y otros que no se pierden las sesiones, pero no van a las comisiones. Hay quienes participan de las comisiones que presiden, pero no concurren a las reuniones de las que encabezan otros. Y también comisiones que se reunieron una vez o dos en todo el año.

Quizás usted no lo sepa pero Pyotr Tchaikovsky ha estado muy presente en nuestras vidas. Ciertamente en alguna que otra boda puede usted haber bailado alguno de sus valses, aunque no tienen tanta presencia como los de Johann Strauss. De todos modos, le garantizo que alguna vez oyó alguna de las melodías de El Lago de los Cisnes, o tarareó algún acorde del Vals de las Flores de “El cascanueces”, o recuerda alguna escena de película navideña donde suene de fondo la Danza del Hada de Azúcar. Si no me cree vaya a Youtube, yo sé lo que le digo. Tchaikovsky está en nuestras mentes, lo sepamos o no: forma parte de una estructura subconsciente, de un entramado que es la cultura occidental. Esa música está en nosotros y cuando la reconocemos la dotamos de significado; cuando podemos explicar que forma parte de una obra de ballet, de un cuento de hadas llevado a la danza clásica, podemos alcanzar un grado más de conocimiento y de goce estético. Estoy seguro de que éste es uno de los motivos por el cual la Escuela Municipal de Danza y el Ballet Estable de Paraná han decidido llevar “El cascanueces” a escena en la función de fin de año: cualquier persona que nunca haya visto la obra o que tampoco sepa de qué se trata sí o sí será alcanzada, de manera inconsciente al menos, por alguno de los acordes de Tchaikovsky corporizados en cuadros narrativos del ballet sobre el escenario del Teatro 3 de Febrero. Ése es uno de los motivos, el segundo es porque hay pocas obras de ballet que permitan la participación masiva de bailarines y bailarinas, y los diversos cursos y talleres de la escuela suman 500 personas que amoldan su cuerpo bajo la disciplina rigurosa del ballet. Todas esas personas van a estar en escena, en dos funciones consecutivas, este jueves 30, en el coliseo mayor de la capital entrerriana.

A pesar de haber armado un plantel sin demasiadas pretensiones, el Verde se hizo grande, volteó a poderosos y se abrió paso para llegar a la definición de la Liga Sudamericana. Desde el 6 de diciembre enfrentará a Guaros de Lara de Venezuela en busca del título. Más allá del resultado, también consiguió el pase automático para ser parte de la próxima edición de la Liga de las Américas.

En los noventa, tiempo de ajuste estructural, las provincias argentinas financiaron a los jubilados: los gobernadores cedieron una parte de sus recursos al aceptar el argumento menemista de que su sacrificio redundaría en mejoras para los viejitos. Un cuarto de siglo después, y de modo vergonzante pues es incómodo de admitir, las jurisdicciones subnacionales capitalizan la inconsulta colaboración de la clase pasiva de manera tal que el paquete nacional en discusión no las prive de una sola moneda. En el interín, durante el kirchnerismo, relegadas al más desventajoso reparto de la historia, las provincias también fondearon el modelo nacional. La dolorosa conclusión es que la manta nunca es lo suficientemente larga. Siempre hay alguien que debe entregar lo suyo en función del intangible interés general. Los tiros, por lo demás, salen casi siempre para el mismo lado.

La posibilidad de que no se financie más al Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo despertó la preocupación de cientos de deportistas en el país. La provincia de Entre Ríos, que cuenta con varios becados, no queda exenta de esa chance. ANÁLISIS charló con varios Panza Verde, quienes expresaron su intranquilidad al respecto y coincidieron en que lo ideal sería que el apoyo a los amateurs prosiga.