Ya era hora de dormir en merecida paz

Sus destinos se fueron marcando y enlazando en un extraño determinismo. Si, en un juego de imaginación, vertiésemos en un recipiente ingredientes tales como alegrías, dolores, esperanzas, tribulaciones, angustias, fervores militantes, sobresaltos, congojas, insomnios y desconsuelos, al menor batido surgiría en sorprendente cóctel la historia de la