El párroco Leonardo Tovar no duda un minuto sobre la culpabilidad del cura Justo José Ilarraz como abusador de numerosas víctimas en el Seminario de Paraná. En un extenso diálogo periodístico, pidió a la Justicia que se ubique por un instante en el lugar de los jóvenes abusados y advirtió sobre situaciones dramáticas. “¿Quién se hará responsable si se suicida alguna de las víctimas, que ya pasaron por una situación de tal tipo?”, se preguntó. Cuestionó duramente a los abogados de Ilarraz por intentar torcer la realidad y ponerse en contra de los pronunciamientos del propio Arzobispado de Paraná, a la vez que le reclamó compromiso a la sociedad.

Jorge Humberto Appiani es militar y abogado. Está acusado de secuestros, vejaciones, apremios ilegales e imposición de tormentos contra detenidos políticos durante la última dictadura cívico-militar en la denominada Área Paraná. En el juicio escrito ejerce su autodefensa y pretende interrogar directamente a quienes fueron sus víctimas, como lo hacía en 1976 y 1977, cuando recorría centros clandestinos de detención. Perfil de un represor que busca construir impunidad desde la legalidad.

El viernes murió Leila. Peladita como en la foto por la agresión química de la terapia. Invadida por la leucemia como por la maleza las hierbas buenas. Porque Leila era una hierba buena, tierna, débil como los gurises de Entre Ríos. Y fue atacada como si fuera maleza. Por la otra agresión química. Por los glifosatos, los endosulfanes, los 2,4-D, inteligentes y selectivos, que no hacen mella de los cultivos atravesados por la transgénesis pero sí emborrachan y matan pájaros, perros, flores. Y niños.

Inaugurado el 13 de diciembre de 1969, el Túnel Subfluvial es una de las obras de ingeniería más complejas y avanzadas de su tiempo. A punto de cumplir 45 años, se preparan grandes actos oficiales para fin de año. Será el punto de partida para las celebraciones de su medio siglo de vida en poco tiempo más. Pero bajo la cargada agenda de actividades se oculta una investigación interna inconclusa sobre riesgos en su infraestructura. Las intervenciones con maquinaria pesada y edificaciones realizadas en un country fluvial sobre la línea de seguridad en la margen de Entre Ríos que nunca fueron analizadas por desidia y falta de interés de este lado del río.

Sabina nos visitó en Rosario. Los entrerrianos remediamos ese amor correspondido entre ciudad y artista –una ciudad un poco ajena y un poco propia y un artista íntimamente propio y nada ajeno–, pensando cómo nos relacionamos con esa urbe lamida también por nuestro río marrón. Los entrerrianos pensaremos que Rosario es el fruto del país abierto que se ideó desde Entre Ríos, y que la familia del Che tuvo notable vinculación con esta provincia, y así creemos en nuestro irremediable y torpe chauvinismo, que ese coqueteo entre ciudad y artista también nos incluye. Toda esa elucubración está orientado a un solo objetivo: sentirnos piropeados por esa suerte de calavera con pelos que nos arranca emociones profundas.