La salvaje campaña emprendida por el oficialismo con miras al balotaje desnuda que, en el fondo, el miedo se ha instalado en sus propias filas. Una mirada sobre el desborde mediático y sus vicios, ya crónicos, resulta útil.

La Organización Mundial de la Salud lanzó la piedra y desató la polémica. En un informe reciente dictaminó que el consumo de carne es probablemente cancerígeno y puso en la lista de sustancias mortíferas a los chacinados. La temeraria afirmación se suma a una tendencia a rever el origen de todo aquello con lo cual nos nutrimos. Pero antes que modas por imponer determinados platos y costumbres, irrumpe en la discusión saber el cómo y quiénes elaboran la comida de consumo diario. En sintonía con esta tendencia, el plan de autoabastecimiento Pro Huerta triplicó la entrega de semillas en el período 2014 en Paraná y su área periurbana, aunque hoy se encuentran con una nueva problemática: las madres jóvenes no saben cocinar lo que producen. Este mes, la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UNER y la Experimental Paraná del INTA, organizaron jornadas que promueven aportes e ideas en torno a unos conceptos clave: soberanía alimentaria y agricultura familiar.

Darío Gianfelici nació en la ciudad de San Lorenzo, pero vivió en Fray Luis Beltrán primero y luego en Rosario, en la provincia de Santa Fe. Estudió Medicina y cuando se recibió decidió que el suyo sería el perfil de un“médico familiar”, por lo que optó portrasladarse a la localidad de Cerrito. En ese lugar ejerció la Medicina, hasta que en la década del ’90 empezó a notar que sus pacientes tenían diferentes enfermedades y que muchos bebés nacían muertos en la zona. Eso lo llevó a analizar la situación y a iniciar luego una lucha acérrima contra los agrotóxicos, productos que producen incontable cantidad de problemas a la salud.

Perón tenía carisma y era inteligente. Frondizi era brillante y eso le confería algún atractivo. Nada de eso ofrece el sistema político argentino en el momento de la primera experiencia específica de segunda vuelta. Scioli y Macri son ejemplares políticos que no cautivan. Tampoco impresionan por su solidez personal. El próximo Presidente, por más sufragios que recoja el día 22, será producto de un pronunciamiento popular que carecerá dealtos niveles de identificación. No se trata de una descripción de color: tal cosa acarrea consecuencias políticas. Por ejemplo: ¿cómo se defiende un Presidente al que se ha votado casi por descarte?

Al periodista Julián Maradeo le llevó más de una década la investigación y construcción de su flamante libro “La derecha católica (De la contrarrevolución a Francisco)”, editado por De la Campana. El trabajo periodístico es un ensayo sobre el origen, desarrollo e impacto en la vida de la Iglesia Católica, y del país, del integrismo, una corriente dura y ultraconservadora que tuvo en Paraná su principal base de operaciones. Por sus páginas transitan los movimientos del ex arzobispo y vicario castrense, monseñor Adolfo Servando Tortolo, como así también de uno de sus hombres más cercanos, tal el caso de Alberto Ezcurra, en especial en tiempos del Seminario de la capital entrerriana. ANÁLISIS publica en exclusiva extractos del libro.

En ámbitos políticos se espera con cierta expectativa que, a partir de la llegada del nuevo gobierno –tanto a nivel provincial como nacional–, se reactiven las causas en el Poder Judicial entrerriano que, de alguna manera, afectan a hombres del oficialismo y que en los últimos años tuvieron lo más parecido a un parate. La lista comprende a varios referentes del gobierno provincia a quienes, pese a los conocidos delitos de corrupción de los que fueron acusados, la conducción política mantuvo en los cargos respectivos, casi sin mover dedo alguno. De hecho, mucho tuvo que ver la pasividad de los representantes de la justicia, quienes no avanzaron, ni quisieron hacerlo, con la celeridad que ello requiere, lo que denota alguna mano negra detrás.