Una mafia desembarcó en Entre Ríos con sugestiva facilidad y embaucó a decenas de familias humildes con la promesa de créditos que nunca llegaron. El grupo, denunciado en distintas provincias por estafas incalculables que tramitan en diversos juzgados del país, hizo pie en Paraná a través de personas con nombres apócrifos y se ramificó por varias ciudades, pero cuando los cabecillas desaparecieron de la escena dejaron a los vecinos enfrentados entre sí, porque aquellos que mediaron en la gestión de los préstamos quedaron imputados. Una mujer famosa por haber optado por un matrimonio igualitario cayó también en la trampa, que involucra a mujeres jóvenes, solas, con hijos. Ellas padecen un calvario y no encuentran amparo frente a las amenazas de peligrosos grupos que siembran el miedo para acallar a sus víctimas.

Hace apenas cuatro años Jorge Busti se peleaba con medio peronismo provincial por bendecir a Sergio Urribarri como el mejor de los candidatos para sucederlo. Hoy está arrepentido y sufre de abandono serial. A las sombras de esa decisión y de otras objeciones nacía la rebelde Lista 100, que terminó fracturando al justicialismo. Devolviendo gentilezas de entonces el gobernador asumió y dijo que iba a ser el continuador del mejor gobierno de la historia provincial; hoy está arrepentido y asegura que al bustismo apenas le queda el cepillo de dientes. Los radicales en el 2007, por su parte, pusieron a Cusinato para que recibiera el cachetazo, en el 2009 lo hicieron con Benedetti, pero los sorprendió y ganó aliado con la Coalición Cívica. Luego, se reconcilió con el socialismo y se puso el traje de candidato a gobernador pero apenas, por lo pronto, como invitado de la interna peronista. Proyecto Sur tenía candidato a presidente y hoy ya no. El PRO tenía candidato a presidente y hoy ya no. La política entrerriana tiene serias contradicciones, quizás demasiadas.

El problema del radicalismo es que carece de certezas.
Teme ser arrasado en las elecciones generales –como pronostican las encuestas que auguran un vendaval cristinista– y que las particularidades locales, lo que incluye la significativa fractura del peronismo, no le alcancen para ser el tercero en discordia. Pero al mismo tiempo alimenta expectativas de triunfo y con su política de alianzas ensaya, en el orden nacional y en Entre Ríos, algunos titubeantes pasos en esa dirección. La UCR está al mismo tiempo atravesada por la esperanza y el realismo. Opera, en fin, desde la incertidumbre.

Las cartas están echadas y la disputa por la gobernación tiene tres invitados preponderantes. El oficialismo quiere prolongarse con una nueva gestión de Sergio Urribarri; el peronismo disidente busca canalizar el descontento de buena parte del peronismo con los Kirchner, en una oferta donde Jorge Busti se juega el liderazgo con su cismático delfín. En tanto el radicalismo, intentará sacar provecho de la división del peronismo y espera hacer una buena elección con su candidato Atilio Benedetti. En Entre Ríos, una vez más quedó demostrada la imposibilidad de la oposición por arribar a acuerdos que permitan prolongar las chances electorales. En ese marco, el gran elector anticipado fue el radical Fabián Rogel, que logró asegurarse un futuro en el Congreso de la Nación. Cómo queda el mapa político de cara a las elecciones generales de octubre.